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Este no es el blog oficial de la Hermandad del Señor Orando en el Huerto, Nuestro Padre Jesús Cautivo y María Santísima de Palma y Esperanza.

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domingo, 8 de abril de 2012

¿QUIÉN FUE RAFAEL FRANCO LUQUE?

Fue capataz, nacido en el año 1881, murió en Sevilla el 01/02/1947. Es el fundador de la dinastía de capataces con su apellido, habiendo recibido el seudónimo de “Fatiga” por su insistencia y machaconería en perfeccionar su trabajo, ocupando uno de los puestos más destacados en el arte de bien llevar las andas procesionales. Dirigió los pasos de casi todas las cofradías sevillanas. Fue maestro en enseñar su forma de llevar los pasos a otros compañeros, entre ellos, a sus hijos Rafael y Manuel. Como curiosidad, desde 1908, fue el primer capataz que usó el traje negro, con corbata, para ir delante del paso ya que consideraba su puesto como de la mayor seriedad, iniciando entonces sus servicios en la cofradía de la Mortaja. Por cierto, casi se me olvida, Rafael Franco Luque nació en Palma del Río.

sábado, 7 de abril de 2012

¿QUIÉN FUE JOSÉ MORÓN RUIZ?.

Fue un cofrade nacido en el año 1890, murió en Sevilla el 07/12/1970. Ingresó en la Hermandad del Gran Poder en el año 1909. Fue miembro de la Junta de Gobierno, ocupando entre otros puestos, el de Hermano Mayor. Bajo su mandato se creó la Bolsa de Caridad el 18 de octubre de 1953, fue la primera bolsa de caridad creada en las cofradías sevillanas. Esta bolsa de caridad está dotada de numerosos recursos y atiende a muchas personas necesitadas. Por cierto, casi se me olvida, José Morón Ruiz nació en Palma del Río.

viernes, 6 de abril de 2012

EL SIMBOLISMO DEL PUENTE.

Según apunta Chevalier, el simbolismo del puente, “por cuanto éste permite el paso de una ribera a otra, es uno de los más universalmente extendidos”. El mismo autor precisa que “este paso es el de la tierra al cielo, el del estado humano a los estados suprahumanos, el de la contingencia a la inmortalidad, el del mundo sensible al mundo suprasensible”.
Los puentes estrechos, los puentes afilados cual navajas y los puentes-sable representan la fina separación entre contrarios, la ausencia de espacio en el dominio de lo sobrenatural y los caminos no accesibles para el común de los mortales.
Constituyen pasos por los que el hombre tan sólo puede transitar en virtud de su elevación espiritual. En los Upanishads (el término Upanishad designa a cada uno de los más de 200 libros sagrados hinduistas escritos en idioma sánscrito entre los siglos VII y principios del siglo XX.) se alude a los puentes en los siguientes términos: “El cortante filo de una navaja difícil de atravesar, el sendero difícil”.
El puente que entraña peligro es, en cierto modo, un símbolo del camino hacia la luz, de la victoria sobre la muerte. Conviene hacer notar, respecto al concepto de puente, el hecho de que el Papa sea designado aún hoy en día con el término “pontifex”, esto es, hacedor de puentes, lo que pretende dar cuenta de su función mediadora entre el cielo y la tierra.

jueves, 5 de abril de 2012

EL SIMBOLISMO DEL ALTAR.

El altar evoca la presencia divina, el sacrificio, la reunión con la deidad. Emplazado en la cabecera del templo, iglesia o catedral, representa el lugar en que convergen todos los gestos cultuales, en que lo sagrado se condensa con mayor intensidad. Cuando tiene forma de tumba simboliza el paso de la muerte a la vida y del tiempo finito a la eternidad.
Las escalinatas que conducen hacia el altar son el camino por el que discurre el ascenso ritual.
Los altares de piedra o betilos (“Piedra Sagrada”. Palabra proveniente del término hebreo “Beth-El”: “Morada de Dios” o “Recuerdo de los Dioses”. En algunas culturas semíticas también se utiliza para designar a los vestigios de meteoritos que golpeaban la tierra ("piedras de rayo"). Se utiliza este nombre para señalar cualquier tipo de piedra erguida que evoca la presencia de la divinidad y el emplazamiento de un lugar sagrado) refieren la indestructibilidad y la condición eterna de la divinidad.
En la tradición azteca, se empleó a modo de altar la piedra solar cilíndrica, en que, además de sacrificios, se llevaban a cabo la observación de los astros.
En el budismo, el núcleo arquitectónico de la devoción no es un altar en sentido estricto, sino un santuario, si bien cuando en él se depositan objetos, imágenes y ofrendas  puede considerarse un altar. En este caso, no obstante, no se halla instituido el rito del sacrificio.
En el cristianismo, el altar representa la tumba y la resurrección, la muerte transmutada en vida, el sacrificio de Cristo en la eucaristía. La madera, aquí, deviene en referente de la cruz y la piedra, la roca del Calvario. Las tres o siete gradas que llevan al altar (al que únicamente puede acceder el sumo sacerdote) simbolizan la trinidad o los siete dones del Espíritu Santo. Asimismo, el lienzo que cubre el altar no es sino un  remedo de la mortaja de Cristo.
En la tradición hindú, el altar remite al centro del mundo, al confín más remoto de la Tierra. La arcilla de la que está hecho es una evocación de lo terreno y las aguas que se emplean para amasarla evocan las aguas primigenias.

miércoles, 4 de abril de 2012

EL SIMBOLISMO DE LA LLAVE.

La llave es símbolo de poder, de mando y gobierno. La llave es el instrumento que otorga el dominio, el que abre y cierra la puerta. En el universo simbólico, y según consta en un texto precristiano de carácter iniciático, “la llave es todo cuanto se dice, todo aquello que se puede hacer con el alma del hombre, en todos los reinos, en todos los mundos, en todos los llanos y en todos los cielos y universos. La llave en manos del amo es lo que, en suma, da el poder; las llaves señalan a aquel que es el indicador, muestran a aquel que tiene el poder de decisión y quien tiene la responsabilidad de abrir y cerrar”. En la tradición cristiana, la llave se halla vinculada a la figura de San Pedro, poseedor de “las llaves del reino de los cielos” y, por lo tanto, de la facultad de permitir o vetar el acceso a ese mismo reino. Dicho poder aparece simbolizado en el escudo papal con dos llaves, una de oro y otra de plata, y que fueron anteriormente atributos del dios Jano, a quien se consideraba el guía de las almas. En el ámbito esotérico, poseer la llave significa haber sido iniciado; expresa el hecho de haberse adentrado en una morada espiritual.

martes, 3 de abril de 2012

EL SIMBOLISMO DE LA ROSA.

La rosa constituye, en general, la más universal y arquetípica de las flores, la más nombrada y anhelada. En Occidente, a la rosa se le atribuyen virtudes de carácter místico y se la tiene por símbolo del amor y bienestar. Según la tradición cristiana, la rosa blanca representa los misterios gozosos; la roja los misterios dolorosos, y la amarilla, los misterios gloriosos de la Virgen, a quien en las letanías se la denomina rosa mística.
La autora alemana Claudia Hoff señala al respecto que el rosario debe su nombre a que, metafóricamente, “el ceremonial del rezo se asimila a un ramo de rosas”.
La rosa primitiva, silvestre, es la rosa de cinco pétalos, adoptada por alguna que otra fraternidad esotérica a modo de emblema.
Uno de los aspectos más relevantes del simbolismo  de la rosa es que en su recolección acarrea, a menudo, el pinchazo de sus espinas, lo que aludiría al hecho de que no hay placer que no conlleve algún que otro sinsabor.
Las rosas han merecido la atención de poetas, músicos, pintores y arquitectos eclesiásticos, quienes las empleaban como motivo preferencial en la apertura de grandes luces (rosetones) o en la ornamentación de ventanales.
Ciertas tradiciones hindúes designan la cabeza del ser humano con el término de “rosa del alma”, en virtud de que es precisamente en la cabeza donde esa energía se abre a la iluminación del conocimiento.

lunes, 2 de abril de 2012

¿QUÉ ES UNA ARCHICOFRADÍA?

El antiguo Código de Derecho Canónico (Codex Iuris Canonici) de 27 de mayo de 1917 promulgado por el Papa Benedicto XV, establecía lo siguiente:

Canon 720: Las hermandades que gozan de facultad para agregar a sí otras de la misma especie, se llaman Archihermandades o Archicofradías, o Pías Uniones, Congregaciones o Sociedades Primitivas.

Canon 721:
  1. Sin indulto apostólico, ninguna asociación puede agregarse a sí otras válidamente.
  2. Las Archicofradías o uniones que tengan el mismo título e idéntico fin, a no ser que en el indulto apostólico se determine otra cosa.
 Canon 722:
  1. En virtud de la agregación se comunican todas las indulgencias, privilegios y demás gracias espirituales comunicables que directa y nominalmente fueron concedidas, o que en adelante se concedan por la Sede Apostólica y no prevengan lo contrario.
  2. Por esta comunicación no adquiere la sociedad agregante ningún derecho sobre la agregada.
 Canon 723: para la validez de la agregación se requiere:
  1. Que la asociación estuviese ya regida canónicamente y no hubiese sido agregada a otra Archicofradía o unión primaria.
  2. Que se haga con el consentimiento del Ordinario local, dado por escrito, acompañado de sus letras testimoniales.
  3. Que de las indulgencias, privilegios y demás gracias espirituales que se comunican por la agregación se haga un catálogo, el cual, una vez revisado por el Ordinario del lugar donde está establecida la Archicofradía, será entregado a la sociedad agregada.
  4. Que la agregación se haga con la fórmula prescrita en los estatutos y a perpetuidad.
  5. Que las letras de agregación se expidan completamente, exceptuando los gastos necesarios.
Canon 724: Únicamente la Sede Apostólica puede trasladar de una Sede a otra las Archicofradías o uniones pías.

Canon 725: Solamente la Sede Apostólica puede conceder a las asociaciones el título, aunque sea puramente honorífico de Archihermandad o de Archicofradía, o pía unión primaria.

domingo, 1 de abril de 2012

LA ESTACIÓN de PENITENCIA.

La estación de penitencia es el nombre que se da a la procesión que las hermandades pasionistas realizan en Semana Santa por las calles de distintas ciudades españolas, siempre y cuando durante su recorrido la cofradía haga visita (de aquí el término estación) al menos a un templo. Caso de no producirse dicha estación, el término procesión de penitencia suele ser el más adecuado. Bien se trate de una u otra, los nazarenos acompañan a las imágenes titulares de sus hermandades organizados en dos o incluso tres filas (dependiendo de la hermandad) y el silencio y la oración deben estar presentes desde su comienzo hasta el final.
En sus orígenes (s. XVI) las cofradías solían hacer estación de penitencia en un número simbólico de templos (por ejemplo, cinco por las Cinco llagas de Jesucristo o siete por las Siete Palabras de Cristo en la cruz) en los que hacían adoración al Santísimo Sacramento el Jueves Santo y donde solían recoger las limosnas que les ofrecían los fieles que Jueves y Viernes Santo asistían a los Oficios Divinos o llevaban a cabo devociones privadas. En este mismo periodo, los itinerarios a recorrer por las cofradías no estaban previamente fijados ni pactados entre ellas; lo que daba lugar a frecuentes conflictos a la hora de determinar el derecho de paso de cada una con respecto a otra con la que se hubiera encontrado en un punto dado de su recorrido.
Así pues, y para poner fin a los altercados que en estos casos se producían, ya desde principios del s. XVII las autoridades eclesiásticas empezaron a imponer recorridos y estaciones forzosas a las cofradías. A este respecto, la normativa más conocida y la que históricamente ha dado lugar a las más famosas estaciones de penitencia de la semana santa española, fue la obligada estación a la Santa Iglesia Catedral Metropolitana de Sevilla impuesta a todas las cofradías de penitencia de la ciudad por el cardenal Niño de Guevara en el sínodo diocesano de 1604.

Bibliografía:
SÁNCHEZ HERRERO, José (ed.): CXIX Reglas de Hermandades y Cofradías Andaluzas: Siglos XIV, XV y XVI, Universidad de Huelva, 2002.