Una vez más, España
tierra de mártires ¿Por qué son glorificados? –Porque supieron amar hasta el
extremo, porque cuando los atacaron y los mataron, supieron perdonar al estilo
de Cristo.
La Iglesia en
España celebra una jornada gloriosa con la elevación a los altares de 522
mártires de la persecución religiosa de los años ´30 del siglo XX (II República
y Guerra Civil). Diez de ellos Carmelitas en nuestra diócesis de Córdoba,
cuatro en Montoro: José María Mateos, Eliseo María Durán, Jaime María y Ramón
María; y seis en Hinojosa del Duque: Carmelo María, José María González, José
María Ruiz, Antonio María, Eliseo María Camargo, y Pedro. Algunos nacidos
también en nuestra diócesis: Carmelo María en Villaralto, Jaime María en
Villaviciosa, Eliseo María Durán en Hornachuelos y de este grupo, andaluces
todos menos uno. Esta tierra andaluza, además de buen vino y buen aceite, tiene
estos vástagos que hoy nos honran a todos, como los mejores hijos de la Iglesia
y de esta tierra.
En el total de los
522 hay sacerdotes, monjes, religiosos/as y seglares de toda España. Una vez
más, España tierra de mártires ¿Por qué son glorificados? –Porque supieron amar
hasta el extremo, porque cuando los atacaron y los mataron, supieron perdonar
al estilo de Cristo. Y eso lo aprendieron de Cristo, eso lo han recibido del
Espíritu Santo que les dio fuerza en el momento supremo, eso lo han recibido en
el seno de la Iglesia que se lo ha enseñado. La vida cristiana de estos hombres
y mujeres ha frutado en un testimonio martirial asombroso.
Ellos no son caídos
en el campo de batalla, ni una bala perdida acabó con sus vidas en medio de la
refriega, donde suelen caer de uno y otro bando. No. Ellos fueron buscados en
sus casas y en sus conventos, fueron llevados al paredón por ser curas o
monjas, por ser hombres y mujeres de Acción Católica, por ser cristianos.
Fueron asesinados por odio a la fe. Y muchos de ellos fueron asesinados después
de horribles torturas, con terrible ensañamiento. La patria hace bien de honrar
a sus héroes, pero aquí estamos hablando de otra cosa. Hablamos de mártires, de
personas que han amado hasta el extremo y han preferido morir antes que
apartarse de Dios o dejar de ser cristianos.
Un proceso
minucioso y con garantías científicas de historicidad ha examinado cada caso y
nos propone uno por uno a estos mártires, es decir, a personas que han sido
asesinadas por odio a la fe y han muerto perdonando a sus enemigos.
Cuando la Iglesia honra
a sus mártires, no recrimina a sus verdugos, sino que celebra el amor más
grande de sus hijos, que han sido capaces de mostrar ante el mundo la victoria
definitiva del amor sobre el odio, del perdón sobre la brutalidad de los
ultrajes. “No olvidamos, pero perdonamos”, como nos ha enseñado Jesús nuestro
Maestro. La memoria histórica que hacemos de estos mártires no es para azuzar
el odio, ni para reivindicar ningún derecho, sino para cantar las alabanzas de
Dios y estimularnos en el amor y en el perdón. Es por tanto una fiesta de
gloria y de misericordia. Una vez más constatamos que la última palabra no la
tiene el odio y el pecado, sino el amor misericordioso de Dios que ha anidado
en el corazón de estos cristianos. Ellos han sido humillados hasta el extremo,
es lógico (con la lógica evangélica) que ahora sean glorificados en medio de la
asamblea de los fieles. Y nosotros gozamos de esta glorificación, porque son el
orgullo del pueblo de Dios.
“La sangre de los
mártires es semilla de nuevos cristianos”, decía Tertuliano. Sí, nuestra fe es
indudablemente fruto de aquel testimonio martirial, que ha alentado la fe a lo
largo del siglo XX, del que somos ciudadanos. El Año de la fe, en el que nos
encontramos para celebrar el 50 aniversario del Concilio Vaticano II, tiene en
esta celebración uno de sus momentos culminantes. Tarragona va a ser el
escenario de este magno acontecimiento por varias razones: porque se pretende
hacer un solo acto conjunto para toda España, porque Tarragona es también
tierra de mártires desde sus orígenes hasta hoy y porque el número mayoritario
de beatos en este acontecimiento pertenecen a la diócesis de Tarragona.
Tarragona se convierte así en capital del martirio en este domingo. Vivamos con
fe este momento de gracia para toda España. En nuestra diócesis de Córdoba
honraremos a los mártires cordobeses el sábado 19 en Montoro y el domingo 20 en
Hinojosa. Pedimos a estos nuevos mártires que nos den la firmeza de la fe para
que seamos testigos del amor de Dios, que será el que triunfe sobre todas
nuestras miserias.
Recibid
mi afecto y mi bendición:
+
Demetrio Fernández, obispo de Córdoba
“Conoceréis la
verdad y la verdad os hará libres”
(Jn 8,32)