Como los seguidores de este blog
saben, éste no es un blog cofrade “al uso”, solemos publicar artículos
relacionados con la historia de las cofradía andaluzas y jamás hemos entrado en
las cuestiones de las distintas cofradías palmeñas, no por desconocimiento,
sino por todo lo contrario; por el conocimiento que tenemos de todas ellas. En
base a ese conocimiento, sabemos que la autocrítica no es una de las cualidades
que definan a nuestras cofradías, también, en base a ese conocimiento, sabemos
que cualquier comentario es siempre interpretado como un ataque a la Hermandad
o la Iglesia.
Pero algunas veces hay que bajar
al ruedo cofrade, porque afirmaciones como la que hemos podido leer en el
librillo de la Semana Santa de Palma del Río correspondiente al año 2016 claman
al Cielo: “Algo más antigua es la imagen de Nuestro Padre Jesús Cautivo, de
talla anónima, aunque existen archivos que lo atribuyen a la escuela granadina
y más concretamente a la escuela del escultor Martínez Montañés.”
Esta afirmación es una barbaridad
de nota, que denota, el desprecio absoluto por la Historia del Arte del
redactor y pone de manifiesto, una vez más, lo acertado del refrán castellano
cuando afirma que “la ignorancia es muy atrevida”.
Un simple "clic" sobre
la imagen que aparece en este blog de Nuestro Padre Jesús Cautivo les hubiera
dado la información necesaria, pero no, se ha preferido ser el hazmerreír de
todos los que tienen unas ligeras nociones de Historia del Arte.
No sé cómo decirlo sin que nadie
se ofenda, es como lo del aceite y el agua, no se mezclan; los autores que son
de Escuela Sevillana no lo son a la vez de la Escuela Granadina.
Como ya escribimos hace algunos
años en una colaboración de otro blog cofrade, la primera etapa de la Escuela
Sevillana, su génesis, se extiende a lo largo de la segunda mitad del siglo
XVI, podemos distinguir dos momentos: El primer momento: el fundacional; donde
se aprecian ciertas indecisiones y otras
opciones estilísticas sobre las que
terminarán imponiéndose las nuevas tendencias. Sus autores más representativos
serían: Villoldo, Vázquez y Diego de Velasco.
El segundo momento: la definición
de la escuela; donde podemos distinguir unas producciones sin vacilaciones y
con decisión, afirmando rasgos individuales de la escuela. Sus autores más
característicos son: Jerónimo Hernández, Marcos Cabrera, Juan de Oviedo y
Gaspar Núñez Delgado.
La segunda etapa de consolidación
y difusión de la escuela, se extiende desde finales del siglo XVI, más o menos desde 1590, hasta 1620. Su autor
esencial es Juan Martínez Montañés.
La incorporación del realismo
merece un capítulo aparte como una de las notas esenciales de la plástica sevillana
en plena evolución hacia concepciones barrocas. En esta ocasión es el escultor
Juan de Mesa y Velasco (fallecido en 1627) quien tiene el papel más relevante.
A esta época pertenecen también: Francisco de Ocampo, Felipe Ribas, Juan de
Remesal, Pedro Nieto y José de Arce; artistas todos que prolongan su actividad
durante el segundo tercio del siglo XVII, salvo Ocampo que falleció en 1639.
Por tanto, la época de esplendor
de la imaginería andaluza podemos situarla hacia finales del siglo XVI y el
primer tercio del siglo XVII aunque la edad de oro de la imaginería andaluza se
corresponde con el siglo XVII estando situado su epílogo en el XVIII.
Este movimiento artístico obedece
a las normas y orientaciones del Concilio de Trento que celebra sesiones de
1545 a 1547, de 1551 a 1552 y, por último, de 1562 a 1563.
La imaginería es sólo una faceta
de la escultura. Es diferente del tallado de estatuas, de la decoración,
ornamentación y de las efigies que adornan sepulcros y retablos. La imaginería
es una actividad muy apreciada en Andalucía que hunde sus raíces en la
escultura Griega y Romana.
El imaginero (y nos referimos a
los de los siglos citados más arriba) es un artista que tiene necesariamente
que ser escultor, pero además saber de los gustos y necesidades tanto
devocionales como estéticos de la población realizando dichas tareas de la
forma más realista y bella que le sea posible, en dificilísimo equilibrio que
le aparte de lo estridente, desgarrado y tremendista, así como de lo
excesivamente dulzón. Por ello se ha dicho con acierto que todo imaginero tiene
que ser escultor, pero no todo escultor consigue ser imaginero.
LAS ESCUELAS DE IMAGINERÍA
ANDALUZA.
La presencia de una escuela
artística se reconoce cuando existen en una ciudad o comarca, una serie de
caracteres específicos que se transmiten de generación en generación, incluso a
través de los estilos y modas artísticas sucesivas, además de tener duraciones
apreciables como para advertir evoluciones, actitudes renovadoras, artistas
creadores o líderes y producciones secundarias.
Tradicionalmente en Andalucía se
han considerado dos escuelas de imaginería:
La Escuela Sevillana y la Escuela
Granadina.
Ambas escuelas comenzaron a
gestarse en los últimos años del renacimiento, pero solo se definen en los del
manierismo y luego se desarrollan, con
distintas evoluciones y crecimientos, durante el siglo XVII para diluirse ambas
en la centuria dieciochesca.
CARACTERÍSTICAS de las dos
ESCUELAS:
La Escuela Sevilla: Tiene
manifiesta tendencia a lo monumental y figuras de hermosas proporciones
anatómicas y fisionómicas.
La Escuela Granadina: No descuida
la belleza de las imágenes, pero parece recrearse en lo intimista y lo
recogido.
Ambas Escuelas: practican el
naturalismo como característica esencial, el cual fue evolucionando de manera
diferente en las manos de los principales artistas de cada escuela.
La Escuela Sevilla: extiende su
influjo por Andalucía Occidental (actuales provincias de Sevilla, Huelva,
Córdoba y Cádiz).
La Escuela Granadina: extiende su
influjo por la zona oriental (actuales provincias de Granada, Málaga, Jaén y
Almería).
En ambas escuelas y demarcaciones
físicas no existen divisiones tajantes, hay incluso zonas de influencia mutua.
No obstante, hay que reconocer que existen matices y sensibilidades que hacen
algo variado el panorama escultórico de cada escuela; por ejemplo, Córdoba,
Jerez y Cádiz tienen producciones que no necesariamente se someten a las
fórmulas sevillanas y lo mismo ocurre en Málaga, Ronda, Jaén y Almería con
respecto a los caracteres de la Escuela Granadina.
La Escuela Sevillana tiene una
duración mayor en el tiempo y extiende su influjo a las Islas Canarias e Indias
(América) gracias al monopolio de comercio con América.
La Escuela Granadina tiene un
ámbito de influencia más reducido siendo su personalidad indiscutible.
LOS PERIODOS DE AMBAS ESCUELAS.
La génesis de ambas escuelas hay
que buscarla en los años del Renacimiento gracias a las realizaciones
escultóricas efectuadas en Sevilla, Jaén y Granada en los dos primeros tercios
del siglo XVI. Será en el último tercio del XVI cuando se formen ambas escuelas
con sus características específicas y maestros representativos.
Es pues en la época del
manierismo cuando surgen las dos escuelas andaluzas con sus áreas de expansión.
El manierismo es un estilo
artístico que se desarrolló en Italia y se
difundió por Europa en el siglo XVI caracterizado por la expresividad y
la artificiosidad; es decir, por el uso de modelos muy plásticos, figuras
exageradas, a menudo con posturas forzadas, un irreal tratamiento del espacio,
con frecuencia de efectos dramáticos, y una aparente elección arbitraria del
color. Supone el rechazo del equilibrio y la claridad del renacimiento en busca
de composiciones más dramáticas y complejas, y el deseo de efectos más
emotivos, de mayor movimiento y contraste. En este aspecto, anticipó el barroco
que se desarrollaría hacia el año 1600.
El manierismo no fue una reacción
contra los cánones del renacimiento, sino que creció fuera de él, cultivando
casi en exceso el estilo con el que la figura humana era tratada por los
últimos maestros italianos como Rafael y Miguel Ángel, cuyas obras
proporcionaron el impulso para su desarrollo. Así, el Juicio Final (1536-1541,
Capilla Sixtina, Vaticano) de Miguel Ángel coincide con la obra de algunos
pintores manieristas.
El manierismo constituye un
estilo con personalidad propia. Su primera muestra se puede fechar alrededor de
1520, en Roma, de la mano de uno de los discípulos de Rafael llamado Giulio
Romano.
Alrededor de 1580, el manierismo
comenzó a dar un giro más realista. Ejemplos excelentes del estilo español se
encuentran en la obra de El Greco en pintura y en El Escorial en arquitectura.
La escultura manierista está representada por el artista italo-flamenco Juan de
Bolonia, así como por el virtuoso Benvenuto Cellini (escultor y orfebre) con
sus exuberantes creaciones.
Como ya hemos comentado más
arriba, es en la época del manierismo cuando surgen las dos escuelas de
imaginería andaluza; este primer momento dará paso al denominado periodo de
realismo o primer momento del barroco.
Los orígenes de la palabra “barroco”
no están claros. Podría derivar del portugués “barocco” o del castellano “barrueco”,
término que designa a un tipo de perlas de forma irregular. La palabra es un
epíteto acuñado con posterioridad y con connotaciones negativas, que no define
el estilo al que hace referencia. De cualquier modo, a finales del siglo XVIII
el término barroco pasó a formar parte del vocabulario de la crítica de arte
como una etiqueta para definir el estilo artístico del siglo XVII, que muchos
críticos rechazaron después como demasiado estrafalario y exótico para merecer
un estudio serio.
Este primer momento del barroco o
periodo realista, está presente en las dos escuelas de imaginería andaluzas y
se extiende a los largo de la primera mitad del siglo XVII. En esta época no
desaparecen del todo muchas fórmulas compositivas del manierismo, aunque es
visible que fueron cediendo paso a las barrocas.
Este periodo realista es más
ostensible en la Escuela Sevillana y en América. En la Granadina el naturalismo
está siempre presente, sin llegar al grado de intenso realismo practicado por
los artistas de los talleres sevillanos.
El pleno periodo barroco es
preciso dividirlo en dos fases:
Primera fase: representa el
dinamismo y las realizaciones hechas con monumentalidad y nobleza; es la época
de los grandes maestros:
Escuela Sevillana:
Pedro Roldán (1624-1699)
Francisco Antonio Gijón (1653-
h.1705)
Escuela Granadina:
Alonso Cano (1601-1667)
Pedro de Mena (1628-1688)
La duración de esta fase barroca
de gran seriedad y gravedad, con notables ejecuciones artísticas, coincide con
la segunda mitad del siglo XVII y termina con los primeros años del siglo
XVIII.
Segunda fase: transcurre dentro
del siglo XVIII y termina poco después de finalizado el segundo tercio de la
centuria.
Es una época larga de menor
calidad artística, de constantes preferencias por los efectos dinámicos de
figuras estereotipadas y con notoria pérdida del realismo que imprimiera
carácter a las esculturas andaluzas; es época de imágenes bellas, más bien
bonitas, pero faltas de sencillez y naturalidad y sobre todo carentes de
hondura en sus expresiones.
Hacia los años 1770-1780, se
inicia un movimiento ilustrado que conduce al neoclásico, lo que supone
artísticamente el fin del barroco, por lo menos desde una óptica oficial, pues
a niveles populares, el barroco duró bastantes años, y, quizá, cabría
preguntarse si aún persisten en algunos estamentos y estéticas de las
hermandades y cofradías, en un ciclo de larga duración, o más bien; hay una
imitación del estilo barroco realizado por artesanos de la gubia que no
artistas, porque se limitan a copiar o interpretar la imaginería de los siglos
XVII y XVIII.