Vamos a
recuperar algunos post (entrada en un blog) que hemos escrito, en calidad de
colaborador, en otros blogs relacionados con la Semana Santa con la intención
de hacer una recopilación para que no se pierdan en el olvido.
El presente post
se publicó el:
Viernes, 8 de abril
de 2011.
Parece ser que
la tradición arranca del luto que guardaban las damas nobles en la corte de los
Austrias.
Don Jesús Cabrera, en un artículo publicado en la revista “Alto
Guadalquivir” correspondiente al año 1992; refiere que fray Diego de Valbuena,
fraile del convento madrileño de la Victoria, confesor de la Condesa de Ureña,
pidió a ésta que solicitara a la reina Isabel de Valois (tercera mujer de
Felipe II, 1546-1568), conocida con el sobrenombre de “Isabel de la Paz”, que
autorizase reproducir en escultura para el convento de Mínimos, un cuadro de la
Virgen que la reina trajo de su Francia natal.
Se encargó la talla de candelero
y una vez concluida fue venerada como Nuestra Señora de la Soledad.
Fue la condesa
de Ureña quien decidió que la Virgen, al ser de candelero, se vistiera como lo
hacían las castellanas que enviudaban: de
negro y blanco.
Esta noble, donó sus trajes de luto y creó la costumbre
de que las damas aristocráticas hicieran lo propio.
De aquí viene la
tradición de vestir a las dolorosas antiguas de negro y blanco.
Evidentemente,
pocos trajes han quedado de aquella época, pero sí podemos admirar hoy en día
una imagen fechable hacia el último tercio del siglo XVII, que nos puede dar
una idea de lo que acabamos de comentar más arriba, se trata de la Santísima
Virgen del Señor de la Caridad, magnífico ejemplo de dolorosa, que acompaña al
titular de la cofradía cordobesa en la noche del Jueves Santo y que es un
auténtico paradigma del “Stabat Mater”.
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