Lo hemos leído en
el libro: “Palma del Río en la Edad Media (855-1503) Señorío de Bocanegra y
Portocarrero” de D. Manuel Nieto Cumplido, publicado por la editorial Gráficas
Minerva de Córdoba S.L. en el año 2004.
“Se puede constatar
cómo en los últimos siglos de la Edad Media se aprecia en la vida de las
cofradías, en el creer y en el obrar de grupos situados fuera de la
aristocracia o pertenecientes al pueblo llano, en los sentimientos
profundamente cristianos que se manifiestan en la práctica de las obras de
misericordia con un sentido de plenitud de la caridad”.
El inicio de las
cofradías en la Diócesis de Córdoba lo hallamos en los siglos Bajomedievales
(XIII al XV). Ahora bien hemos de señalar que estas cofradías tenían un
carácter gremial, asistencial y hospitalario. Sus reglas se centran más en el
funcionamiento interno: elección de los diferentes cargos y sus respectivas
competencias, en el auxilio tanto espiritual como material de sus cofrades y
familiares y en el culto de sus sagrados titulares, este último en un segundo
plano la mayoría de las veces. Será a partir del Concilio de Trento cuando las
cofradías comenzarán a tener un carácter penitencial y procesional, el punto de
arranque de estas “nuevas” cofradías lo podemos situar en el siglo XVI.
Pero queremos
centrarnos en las primeras cofradías Bajomedievales. La más antigua data del
siglo XIII y se localiza en Córdoba hacia el año 1260 bajo la advocación de
“Santa María” e inmediatamente después, se erige la de “Santa María” de Palma
del Río fundada, según Nieto Cumplido, entre 1383-1384 a la que seguirá la de
Belalcázar en 1399, la del Villar en 1426, la de Almodóvar en 1461 y la de
Santa María de Trassierra en 1486.
La importancia de
la cofradía de “Santa María” de Palma del Río radica en que se conservan sus
reglas en la actualidad y en opinión de nuestro paisano Nieto Cumplido, “es una
regla de primer orden y la más antigua para el estudio de las cofradías de la
diócesis de Córdoba en sus orígenes, reflejo de una sociedad, atormentada por
las desgracias y pestilencias que azotaron la vida de la población en la
segunda mitad del siglo XIV”.
Las reglas de la
cofradía de Santa María de Palma del Río, según costumbre de las hermandades
medievales, se prologan con pasajes evangélicos, dos son los pasajes
evangélicos que figuran en la regla: Jn 1,1-14 y Lc 2,15-20.
La regla dedica
seis capítulos a regular la vida de la cofradía y a establecer las obligaciones
de sus miembros, dos capítulos sobre acciones de tipo piadoso a favor de los
muertos, tres capítulos establecen las obligaciones sobre los cuerpos de
hermanos fallecidos o de los que están enfermos, un capítulo dispone lo
necesario sobre la alberguería (casa destinada para recoger a los pobres) de la cofradía y
la visita a los pobres acogidos en ella.
La finalidad primordial de la cofradía consiste en el
acompañamiento y entierro de difuntos junto con el cuidado y atención a los
enfermos.
Las cofradías de Santa María solían tener su sede en la
iglesia parroquial, por lo que hemos de suponer que la de Palma del Río no
sería una excepción.
La organización de la cofradía estaba encomendada a un prioste
y a un número no determinado de mayordomos. El prioste es el encargado de
guardar el texto de la regla, tienen competencias para convocar el cabildo,
entrega las candelas (velas), paga a los clérigos por sus servicios de
entierro, recibe el dinero que pagan los cofrades, encarga la preparación de la
mesa (comida que con ocasión de la muerte de un cofrade se organizaba),
requiere a otros hermanos en el cumplimiento de sus obligaciones, visita la
alberguería de los pobres y debe rezar todas las noches por los cofrades vivos
y difuntos.
Prioste y Mayordomos son elegidos en el cabildo anual del
mes de septiembre y están obligados al rendir cuentas al abandonar sus cargos.
Existe también la figura del peón, encargado de cobrar las
deudas de los cofrades, de velar al difunto junto al cirio encendido, de
comunicar a los hermanos las órdenes del prioste, de colocar la vela junto al
difunto y de llamar a los cofrades para velar el cadáver del fallecido.
Para elegir los cargos de la cofradía se establece en la
regla que se celebre un cabildo de elecciones en torno al 8 de septiembre,
siempre en domingo. Si los elegidos no aceptaban el nombramiento, tenían que
pagar diez maravedís. Al día siguiente de la elección, todos los cofrades iban
con candelas a la iglesia y celebraban una misa por los cofrades vivos y
difuntos.
Estos primeros
cofrades palmeños con sus cuotas y aportaciones mantenían la cofradía. La regla
nos ha dejado unos retazos de la vida en Palma del Río a finales del siglo XIV
llenos de misericordia, de piedad, de justicia, se sabiduría popular, de
cultura, de costumbres y hasta de gastronomía.
¿Es necesario que
Palma del Río copie de semanas santas foráneas teniendo, como tiene, las reglas
de la cofradía más antigua de la diócesis de Córdoba y una tradición cofrade de
siete siglos demostrable con las regla de la cofradía de “Santa María” en mano?
Pero la de Santa
María no fue la única cofradía bajomedieval que existió en la ciudad de Palma
del Río, haremos un breve recorrido por los siglos XIV y XV donde daremos
noticias de otras cofradías.
Hay un estudio
pormenorizado de la regla de la cofradía de “Santa María” de Palma del Río en
las páginas 253-259 del libro mencionado.
En la revista de
investigación “Ariadna” número uno correspondiente a noviembre de 1986, bajo el
epígrafe: “Comentario, transcripción y traducción, de las Ordenanzas de la
antigua Cofradía de Santa María (Palma del Río)” publicado por D. Alfonso
Rodríguez Tapiz podemos encontrar la regla de la cofradía en castellano antiguo
con sus correspondiente transcripción al español actual.
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