¡Oh! cruz fiel, árbol único en nobleza,
jamás el bosque dio mejor tributo
en hoja, en flor y en fruto.
Cantemos la nobleza de esta guerra,
el triunfo de la sangre y del madero;
y un Redentor, que en trance de Cordero,
sacrificado en cruz, salvó la tierra.
¡Oh! cruz fiel, árbol único en nobleza,
jamás el bosque dio mejor tributo
en hoja, en flor y en fruto.
Y así dijo el Señor: Vuelva la Vida
y que Amor redima la condena.
La gracia está en el fondo de la pena
y la salud naciendo de la herida.
¡Oh! cruz fiel, árbol único en nobleza,
jamás el bosque dio mejor tributo
en hoja, en flor y en fruto.
¡Oh! plenitud del tiempo consumado,
del seno de Dios Padre en que vivía,
ved la Palabra entrando por María
en el misterio mismo del pecado.
¡Dulces clavos! ¡Dulce árbol donde la Vida empieza
con un peso tan dulce en su corteza!
¿Quién vio en más estrechez gloria más plena
y a Dios como el menor de los humanos?
Llorando en el pesebre, pies y manos
la faja una doncella nazarena.
¡Dulces clavos! ¡Dulce árbol donde la Vida empieza
con un peso tan dulce en su corteza!
Vinagre y sed la boca, apenas gime;
y al golpe de los clavos y la lanza,
un mar de sangre fluye, inunda, avanza
por tierra, mar y cielo y los redime.
¡Dulces clavos! ¡Dulce árbol donde la Vida empieza
con un peso tan dulce en su corteza!
Al Dios de los designios de la historia
que es Padre, Hijo y Espíritu, alabanza;
al que en cruz devuelve la esperanza
de toda salvación, honor y gloria.
¡Dulces clavos! ¡Dulce árbol donde la Vida empieza
con un peso tan dulce en su corteza!
Amén.
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