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domingo, 15 de agosto de 2021

ASÍ COMENZÓ TODO ...

Vamos a recuperar algunos post (entrada en un blog) que hemos escrito, en calidad de colaborador, en otros blogs relacionados con la Semana Santa con la intención de hacer una recopilación para que no se pierdan en el olvido.
 
El presente post (entrada en un blog) se publicó el:
Viernes, 15 de abril de 2011.
 

Nosotros, los que disfrutamos de la Semana Santa en la calle, los kofrades amantes de la música, de la imitación de la estética barroca, del saber andar de nuestros pasos de Misterio, de Cristo, de Nazareno, de las Dolorosa bajo palio; nosotros que estamos deseando oler a incienso en la calle, y de que llegue la semana más esperada… ¿Nos hemos preguntado alguna que otra vez de dónde viene todo esto que nos encanta y emociona?
 
Al margen de dudosas intervenciones divinas y de la mistificación de todo lo relacionado con las Hermandades y Cofradías que nos llega hoy día a base de historiografías tendenciosas, libros lacrimógenos, pseudo poesías de métrica variada cuando no desconocida; nosotros los “Tontos de Capirote” como nos describió el genial Francisco Robles, escépticos la mayoría, buscadores de la verdad y digo buscadores porque no poseemos la verdad absoluta que sí tienen otros, hemos recurrido a la historia para intentar tener una visión de cómo hemos llegado a una tradición cultural que nos transporta a tiempos pretéritos y con la que conectamos tan bien en pleno siglo XXI. Pues todo esto comenzó con la contrarreforma…
 
1º.- INTRODUCCIÓN: LA ÉPOCA DE LA CONTRARREFORMA.
 
En septiembre de 1535, Carlos I de España inicia la conquista de Túnez, en este mismo año se crea el virreinato de Nueva España y se ordena la creación de las casas de la moneda de México, Lima y Santa Fe de Bogotá.
 
Dos años más tarde, el papa Paulo III promulga una bula declarando que los indios americanos son verdaderos hombres, dotados de alma y aptos, por ello, para disponer de sus bienes y personas. Y al año siguiente, en marzo de 1538, entra en funcionamiento la primera imprenta instalada en el Nuevo Mundo.
 
En 1540 se produce el hecho que da origen a buena parte del odio albergado en los Países Bajos contra España: Carlos V exige a los regidores de la corporación de Gante que le pidan perdón con una cuerda al cuello y hace ejecutar a una veintena de ellos, al tiempo que priva a la ciudad de todos sus privilegios.
 
Al año siguiente (1542) los portugueses llegan a Japón, al tiempo en que el papa Paulo III crea el Santo Oficio, en el que seis cardenales constituyen una especie de Tribunal Supremo de la Inquisición. Siete años más tarde, el jesuita español San Francisco Javier comienza en aquellas islas su predicación del mensaje evangélico, tres años antes de su muerte en la isla de Shangchuan, al sur de Cantón.
 
En 1547, Iván IV el Terrible se hace coronar zar de todas las Rusias siguiendo el modelo bizantino.
 
Son años en los que el imperio español conquista y se asienta en las tierras americanas y oceánicas: Pedro de Valdivia, lugarteniente de Francisco Pizarro, llega a Chile y allí muere años después; Orellana recorre el Amazonas; Martínez de Irala avanza hacia el Alto Perú; López de Aguirre vive su locura equinoccial, la caída del último inca; las pestes procedentes de Europa diezman la población de América, y se funda Buenos Aires.
 
Años en que fallece el astrónomo polaco Nicolás Copérnico, autor de la revolucionaria teoría heliocéntrica que hace girar a la Tierra en torno al Sol.
 
Años en que se convoca y celebra el Concilio de Trento, el XIX de los Ecuménicos; Santa Teresa de Jesús escribe sus maravillosas obras y realiza sus fundaciones; San Juan de la Cruz escribe su Cántico Espiritual, y fray Luís de León da lecciones de paciencia y bien escribir.
 
Años en que España, tras retirarse a Yuste el emperador Carlos V dejando endeudada a la corona, suspende pagos y Felipe II declara la quiebra estatal, pero hace construir el monasterio del Escorial, mientras el pirata inglés Francis Drake aborda los galeones españoles y ataca la ciudad de Cádiz, y se produce el desastre de la Armada Invencible.
 
Años en que el médico y teólogo español Miguel Server, descubridor de la circulación pulmonar de la sangre, muere en la hoguera acusado de herejía por Calvino. 
 
En noviembre de 1541 Juan Calvino, creador del calvinismo, había dictado en Ginebra una ordenanza eclesiástica, con la autorización del consejo municipal, que imponía una disciplina religiosa estricta y la implantación por la fuerza de las buenas costumbres. 
 
Años en que se produce en Francia la terrible matanza de los hugonotes y María Estuardo, la que fuera reina de Escocia, sube el patíbulo.
 
Años en que se inicia la contrarreforma; el papa Pío IV promulga el Índice de libros prohibidos; los Países Bajos se muestran partidarios del calvinismo, y un protestantismo de corte calvinista se convierte en la religión oficial de Escocia.
 
Años en que el viejo calendario juliano se reforma al actual, el gregoriano­ y un óptico holandés descubre los principios que van a hacer posible el microscopio.
 
Tras la reforma luterana, la Iglesia, urgente y gravemente necesitada de reforma, la ha recibido de la forma que más daño podía causarle: el cisma protestante y los que, como el calvinismo, se derivan de él. 
 
Los papas de este período toman conciencia de ello y, dentro de la limitación de sus  -por lo general-  breves pontificados, y la incapacidad de una curia que arrastra vicios de siglos, hacen cuanto está en su mano, que no es mucho. 
 
Sobre todo porque, perdida buena parte de su poder, viven sometidos a la amenaza turca, por una parte, y a las luchas y diferencias de los monarcas católicos, por otra. España y Francia luchan por el poder, e Italia, e incluso la propia Roma, es muchas veces el terreno que eligen para dirimir sus disputas; mientras la reforma luterana va conquistando reyes y príncipes, e Inglaterra vive entre los lujuriosos caprichos de Enrique VIII y el furor religioso de María I Tudor, “la Sanguinaria”.
 
2º.- LA REFORMA CATÓLICA.
 
Podemos distinguir tres aspectos:
a). La Contrarreforma, es decir, la defensa de la fe  por la apologética y también las persecuciones.
b). La Reforma disciplinaria y doctrinal. (Concilio de Trento).
c). El renacimiento Católico. (Nuevas órdenes religiosas).
 
2º.1.- La Contrarreforma.
La Contrarreforma se caracteriza por la esperanza persistente en un retorno a la unidad de la Iglesia. 
 
La Reforma disciplinaria y doctrinal comienza en 1541, la Iglesia Romana, resignada ya a la ruptura, se organiza en función de sus solas perspectivas.
 
En 1522 muere León X. Los cardenales, inquietos por los avances del luteranismo, eligen papa a un cardenal holandés, Adriano VI, que parece hallarse bien preparado para las urgentes tareas del papado. 
 
Adrián VI es un humanista, amigo de Erasmo y antiguo preceptor de Carlos V, pero muere prematuramente. 
 
Su sucesor, un Médicis, Clemente VII (1523-1534), subestima la fuerza de los luteranos.
 
El movimiento de reforma de la Iglesia romana iniciado a comienzos de siglo continúa, aunque experimenta gran desaliento a causa del cisma luterano y el fracaso de las tentativas de conciliación llevadas a cabo por Erasmo. 
 
Está sostenido por los progresos de la devotio moderna que, suscitada por la Imitación de Cristo, extiende el misticismo entre los laicos y concilia vida ascética y vida activa.
 
Por otra parte, España ofrece con el cardenal Francisco Jiménez de Cisneros, en la Universidad de Alcalá de Henares, un ejemplo de reforma católica lograda. 
 
Tampoco puede despreciarse el ejemplo dado por algunos prelados, que se dedican a mejorar la formación de los sacerdotes y a dar un nuevo vigor al catecismo y a las obras de caridad. 
 
Sin embargo, en estos momentos la defensa del catolicismo se apoya sobre todo en los soberanos. 
 
Le falta sólo el impulso que podía darle la autoridad suprema del papa.
 
La iniciativa parte de un papa que no parece estar dotado para ella, Paulo III (Alejandro Farnesio 1534-1549). 
 
En 1536, año en que muere Erasmo, Paulo III convoca un concilio universal. 
 
La reforma de la Iglesia Romana  comienza verdaderamente. 
 
Paulo III sabe movilizar todas las energías que se le presentan. 
 
En 1536, nombra cardenales a humanistas eminentes y respetados: Juan Pedro Caraffa, Contarini, Sadolet y Pole, que preparan el programa del futuro concilio. 
 
En el “Consejo sobre la reforma de la Iglesia” (1537), se denuncian los abusos despiadadamente. 
 
Por otro lado, Paulo III y sus consejeros organizan igualmente la Contrarreforma. 
 
En 1542, la Inquisición romana es confiada a una congregación de cardenales, y la censura de los libros, al Santo Oficio en 1543.
 
El primer índice de libros prohibidos se publica en 1564. 
 
Paulo III se apoya también en órdenes monásticas nuevas, la de los teatinos, la de los capuchinos, procedentes de los franciscanos y fundada en 1525, sin olvidar la de los jesuitas, Orden instituida por Ignacio de Loyola.
 
La reforma de la organización central de la Iglesia católica fue asumida en gran parte por los jesuitas, Ignacio de Loyola, oficial español, a consecuencia de una herida recibida en 1521, toma la resolución de combatir por Cristo convirtiendo a los infieles. 
 
En Tierra Santa se ve obligado a renunciar a la acción a causa de la hostilidad demostrada por los demás cristianos. 
 
Va a estudiar a Alcalá de Henares y, con algunos compañeros, comienza como francotirador un apostolado de catecismo y caridad que inquieta a la Inquisición. 
 
Marcha después a estudiar a París (1528) y forma allí un pequeño grupo de amigos, con los cuales practica los Ejercicios espirituales, método de oración y de ascesis, fruto de su experiencia. 
 
El 15 de agosto de 1534 Ignacio y sus compañeros pronuncian en Montmartre los votos monásticos habituales y se comprometen a ponerse al servicio del papa. 
 
En 1537, llegan, a Roma, pero tropiezan con grandes dificultades antes de lograr que la nueva orden, llamada Compañía de Jesús, sea reconocida por el papa (1540). 
 
Los jesuitas deben ser sacerdotes y vivir en el mundo. 
 
Están sometidos a un noviciado largo y penoso, durante el cual se opera una rigurosa selección. 
 
Además de los votos de pobreza, castidad y obediencia, han de pronunciar un voto especial de obediencia al papa.
 
Su organización es la de un ejército disciplinado. 
 
La formación humanista, muy amplia, de los novicios debe hacerse fuera de las universidades. 
 
Los jesuitas fundan también colegios donde se enseña humanidades, filosofía y teología. 
 
En 1548, se abren estos colegios a los jóvenes que preparan una carrera profana. 
 
Los jesuitas comienzan a ejercer su acción en los países mediterráneos. Y se introducen en el ámbito luterano en el momento en que se pierde toda esperanza de conciliación. 
 
Para hacer frente a la creciente amenaza protestante, la Iglesia Católica decidió renovarse. 
 
Los agentes más efectivos de esta renovación fueron el Concilio de Trento y esta nueva orden de la Compañía de Jesús.
 
2º.2.- El Concilio de Trento.
Ante el fracaso de la última tentativa de acuerdo con Mélanchthon (1541), se elige la ciudad de Trento, por ser italiana y estar situada dentro del Imperio, como lugar de reunión de un concilio. 
 
Pero cuando éste se abre, ningún luterano se encuentra presente.
 
Iniciado con una relativa indiferencia, el Concilio de Trento, después de una agitada existencia, se termina en el entusiasmo. 
 
Celebra sesiones de 1545 a 1547, de 1551 a 1552 y, por último, de 1562 a 1563, sometidas a los azares de la política europea tanto como a la evolución de los espíritus. 
 
Tiene dos tareas fundamentales: la definición del dogma y la restauración de la disciplina. 
 
Dos tendencias se oponen en él. 
 
La primera es la tendencia moderada, sostenida por los soberanos de los países que pertenecen al ámbito de la Reforma, Carlos V, que en 1551 logra que se escuche a los teólogos luteranos, después Fernando de Habsburgo y Catalina de Médicis, que no desean que se endurezcan las posiciones y mantienen por razones políticas la actitud de los erasmistas de la generación precedente. 
 
La segunda tendencia es la del papado, que, comprobando la ruptura definitiva, se opone a toda concesión doctrinal a los protestantes e intenta, mediante la reforma disciplinaria, reforzar la autoridad pontificia en el mundo católico, así, los papas serían hombres de una moral intachable, los cardenales serían elegidos según las pautas menos mundanas, los obispos llegarían a dicho cargo según el celo evangélico, su magisterio y estaban obligados a residir en sus diócesis, los sacerdotes tendrían que superar un duro aprendizaje en seminarios especializados y se les exigía el celibato. 
 
Con el pontificado del intransigente Paulo IV (Giovanni Pietro Caraffa), el papado, apoyándose en el movimiento de renacimiento católico, toma la dirección de la reforma católica.
 
La obra doctrinal consiste en la reafirmación del dogma y en precisiones destinadas a reducir la posibilidad de controversias fundamentales:
 
01. El dogma tiene su fundamento en las Escrituras, que sólo la Iglesia posee el poder de interpretar, y en la tradición que ha sido inspirada directamente por Dios a través de la Biblia, los textos de padres y doctores de la Iglesia junto con los Concilios; esto representaba un rechazo implícito del principio protestante de “sólo Escrituras”. 
 
En 1592 se preparó y publicó una edición definitiva de las Escrituras, frente a Lutero, los padres de la Iglesia se preocuparon por definir la fe.
 
02. El papa y los obispos ostentan los poderes entregados por Jesucristo a san Pedro y los apóstoles. 
 
La Iglesia es el instrumento querido por Dios, guiada por el Espíritu Santo y es santa, católica, apostólica y romana.
 
03. Contra Calvino, enfatizaron la libertad del hombre combinada con la infinita misericordia divina, lo que hacía inviable la predestinación. 
 
El hombre no puede ser justificado sin la gracia divina, pero puede conservarla o perderla y, mediante los sacramentos instituidos por Dios, volverla a encontrar. 
 
El libre arbitrio existe en la medida en que Dios lo permite, y el hombre será juzgado no solamente por su fe, sino también por las obras de las que es responsable.
 
04. Se reafirmó la validez de los siete sacramentos, insistiendo sobre todo en la presencia de Cristo en la Eucaristía como más importante. 
 
La misa es un sacrificio y una acción de gracias, que renueva realmente el de Cristo. 
 
De este modo se reafirma la presencia real de Jesús en el pan y el vino, rechazada por los sacramentarios, y la transustanciación, es decir, el cambio de sustancia de las dos especies, que se convierten en el cuerpo y la sangre de Cristo, rechazada por el conjunto de los protestantes.
 
El Concilio fija igualmente reglas disciplinarias que conciernen a la formación y la vida de los sacerdotes (seminarios) y del clero regular (clausura), así, como a la administración de los sacramentos. 
 
El derecho canónico precisa especialmente la legislación sobre el matrimonio.
 
Pero no todos los abusos desaparecen. 
 
Los beneficios (conjunto de derechos y emolumentos que obtiene un eclesiástico de un oficio o de una fundación o capellanía) de los eclesiásticos no podían suprimirse sin una revolución social. 
 
En cambio, se hace ya posible una pastoral nueva.
 
2º.3.- El renacimiento Católico.
El renacimiento católico comienza.
 
Aparece un nuevo tipo de órdenes, pertenecientes al clero regular: teatinos y jesuitas, o bien los hermanos de la caridad, que siguen siendo laicos (Granada, 1537). 
 
Incluso hay un intento de creación de religiosas seculares, las ursulinas (1535), destinadas a la enseñanza de las muchachas. 
 
Las órdenes antiguas se reforman, como los dominicos. 
 
En Roma, Felipe Neri reúne a su alrededor hombres dedicados asiduamente a la oración y a la acción apostólica y caritativa (Oratorio romano). 
 
Santa Teresa de Ávila abre al misticismo nuevas vías. 
 
En 1562 funda el primer convento de carmelitas reformadas. 
 
Los estudios teológicos tienen un nuevo despertar gracias a los dominicos, agustinos y sobre todo jesuitas, que han asimilado la enseñanza de los humanistas.
 
3º.- BALANCE DE LA REFORMA.
 
3º.1.- La división confesional de la Europa occidental.
Pese a que las consecuencias de la Reforma son múltiples, es difícil establecer un balance inmediatamente después del Concilio de Trento. 
 
Hay que hacer notar que es alrededor de 1563 cuando se firma la Paz de Augsburgo (1555), cuando la Confesión de los 39 artículos funda el anglicanismo (1563) y cuando muere Calvino (1564). 
 
La unidad religiosa de la Europa occidental queda escindida en dos bloques confesionales:
 
01. En las penínsulas mediterráneas, el protestantismo, que no ha logrado raíces profundas, es eliminado. 
 
Es en ellas donde la reforma católica obtiene su apoyo. 
 
Así, el catolicismo renovado parece vinculado a la civilización mediterránea.
 
02. Al norte, se constituye un bloque protestante: luterano en la Alemania del Norte y del Este, los reinos escandinavos y sus dependencias (Finlandia, Islandia), calvinista en Escocia, anglicano en Inglaterra. 
 
Sólo Irlanda permanece fiel a Roma.
 
En estos países, la religión continúa ligada al sentimiento nacional.
 
Entre estos dos bloques, existe una zona disputada, que comprende Francia, los Países Bajos, Renania, Suiza, Austria, Bohemia, Hungría y Polonia. 
 
El luteranismo retrocede ante el calvinismo, apoyado por la burguesía, la pequeña nobleza y algunos grandes señores. 
 
Salvo en Bohemia, el elemento popular parece en general menos afectado, ya que los lazos feudales al servicio de la nobleza actúan en los dos sentidos, y sólo una minoría del clero se pasa a la Reforma. 
 
Todo depende de los soberanos. Se mantienen fieles a la Iglesia romana y tarde o temprano se convierten en agentes de la Contrarreforma. 
 
Las dos confesiones se reparten estos países. 
 
En ellos se entablan las guerras de religión y se plantea la cuestión de la tolerancia.
 
3º.2.-La intolerancia religiosa.
La paz religiosa del mundo cristiano sólo parece posible en la unidad de la creencia. 
 
Convertido en canciller de Inglaterra, Tomás Moro persigue a los luteranos.
 
Con motivo de la sublevación de Lutero, Erasmo recuerda que la caridad es esencial al cristiano y busca el terreno del entendimiento, actitud que despierta la simpatía de Mélanchthon. 
 
Pero pronto se ve que la reconciliación es imposible y sólo Postel, jesuita iluminado, prosigue el sueño de una concordia universal. 
 
La Paz de Augsburgo se limita a ratificar un estado de hecho, pero no reconoce la libertad religiosa a los pueblos y limita la de los soberanos, puesto que en adelante el monarca que cambie de religión no tendrá ya derecho a arrastrar tras de sí a su pueblo y sólo gozará de cierta tolerancia. (En la práctica, no siempre ocurrió así.). 
 
En esta época, la tolerancia religiosa es una condenación del error, atemperada por una renunciación provisional a su persecución. 
 
Sólo a propósito de la ejecución de los heréticos se elevan algunas voces en favor de la tolerancia, como la de Sebastián Castalión, defensor de Miguel Setvet, que no admite la intromisión del brazo secular en materia de doctrina y pide el exilio y no la muerte de los heréticos. 
 
Su influencia es muy pequeña. 
 
La tolerancia no puede proceder sino de una distinción entre lo temporal y lo espiritual. 
 
Tal es el caso de los anabaptistas. Después de haber repudiado la violencia de un Tomás de Leyden, Menno Simons afirma: “La fe es un don de Dios; no puede ser impuesta mediante la espada por ninguna autoridad temporal”. 
 
Hacia 1563, la tolerancia religiosa sólo se da de hecho, y de manera muy precaria, en casos limitados (Polonia).
 
Por el contrario, la persecución se instala por todas partes donde se encuentran disidentes. 
 
Se convierte fácilmente en sistemática: valdenses en Francia, protestantes en Italia y España, papistas en Inglaterra (excepto con María Tudor), antitrinitarios casi en todas partes. 
 
La Reforma multiplica las ocasiones de persecución.
 
3º.3.- Consecuencias Sociales y Culturales.
Lutero y los anabaptistas renuevan las condenaciones formales mantenidas por la Iglesia contra el préstamo con interés. 
 
Probablemente es ésta la razón por la cual los principales banqueros, por ejemplo los Fugger (sin hablar de los Médicis), aunque eluden las prohibiciones canónicas, siguen siendo católicos. 
 
Por el contrario, Calvino no condena el préstamo con interés. 
 
De otra parte, la moral calvinista alienta la aplicación al trabajo en el oficio en que Dios coloca a cada uno.
 
Calvino considera igualmente que el éxito en toda empresa es la recompensa concedida por Dios a sus elegidos. 
 
De este modo, el calvinismo no sólo reconoce la evolución de Europa, sino que da una justificación a la actividad económica, que hasta entonces sólo era percibida bajo el aspecto de la subsistencia. 
 
Pronto, mediante la casuística, los jesuitas reconcilian la religión y la economía moderna. 
 
En el dominio de la cultura y de las artes, la Reforma tiene asimismo grandes consecuencias. 
 
Arruina los sueños de los humanistas, pero sus métodos intelectuales son adoptados en todas partes, tanto en las academias de los reformados como en los colegios de los jesuitas.
 
La poesía y la música hallan en ambos campos nuevas fuentes de inspiración. 
 
En cuanto a las artes plásticas, la cuestión es más delicada. 
 
Todos los protestantes condenan el culto a las imágenes y la representación de Dios
 
Pero luteranos y anglicanos aceptan la representación de Cristo. 
 
Zuinglio y Calvino, que por lo demás ponen más el acento sobre Dios que sobre Cristo, se muestran más desfavorables, y el calvinismo popular es iconoclasta. 
 
Luteranos y anglicanos se acomodan a las iglesias católicas; el culto calvinista en cambio, que es sobre todo una enseñanza, tiene otras exigencias. 
 
Frecuentemente resulta difícil distinguir en el siglo XVII entre artistas católicos y protestantes en cuanto a su inspiración. 
 
En los países protestantes, las diversas escenas en que intervienen la Virgen y los santos pierden su interés y son poco abordadas
 
Por último la Reforma abre para el grabado y el arte popular un nuevo campo, la caricatura militante.
 
3º.4.- Dos puntos negros de la Reforma:
 
3º.4.1- El Santo Oficio.
Alarmado por la difusión del protestantismo y por su penetración en Italia, en 1542 el papa Pablo III hizo caso a reformadores como el cardenal Juan Pedro Carafa y estableció en Roma la Congregación de la Inquisición, conocida también como la Inquisición romana y el Santo Oficio.
 
Seis cardenales, incluido Carafa, constituyeron la comisión original, cuyos poderes se ampliaron a toda la Iglesia. 
 
En realidad, el Santo Oficio era una institución nueva vinculada a la Inquisición medieval sólo por vagos precedentes. 
 
Más libre del control episcopal que su predecesora, concibió también su función de forma diferente. 
 
Mientras la Inquisición medieval se había centrado en las herejías que ocasionaban desórdenes públicos, el Santo Oficio se preocupó de la ortodoxia de índole más académica y, sobre todo, la que aparecía en los escritos de teólogos y eclesiásticos destacados.
 
Durante los 12 primeros años, las actividades de la Inquisición romana fueron modestas hasta cierto punto, reducidas a Italia casi por completo.
 
Cuando Carafa se convirtió en el papa Pablo IV en 1555 emprendió una persecución activa de sospechosos, incluidos obispos y cardenales (como el prelado inglés Reginald Pole).
 
Encargó a la Congregación que elaborara una lista de libros que atentaban contra la fe o la moral, y aprobó y publicó el primer Índice de Libros Prohibidos en 1559. 
 
Aunque papas posteriores atemperaron el celo de la Inquisición romana, comenzaron a considerarla como el instrumento consuetudinario del Gobierno papal para regular el orden en la Iglesia y la ortodoxia doctrinal; por ejemplo, procesó y condenó a Galileo en 1633. 
 
No hay duda de que consiguió erradicar el protestantismo en España e Italia, pero a costa de la libertad de pensamiento de los fieles infligiendo castigos, a veces desproporcionados, a los que no manifestaban su sumisión. 
 
En 1965 el papa Pablo VI, respondiendo a numerosas quejas, reorganizó el Santo Oficio y le puso el nuevo nombre de Congregación para la Doctrina de la Fe.
 
3º.4.2- El Índice de Libros Prohibidos.
Es un catálogo publicado por la Iglesia católica en el que se recoge una relación de los libros considerados peligrosos para la fe y la moral. 
 
Se quemaron y destruyeron muchos libros incluidos en el índice y se alentó un tipo de censura fatídica para el crecimiento y el desarrollo de las instituciones sociales y culturales. 
 
La primera edición se realizó en 1559, la última edición se hizo en 1948 y en 1966 la Iglesia anunció que no se publicarían nuevas ediciones y que el catálogo existente ya no era vinculante. 
 
Hasta ese momento los católicos tenían prohibido, bajo pena de excomunión, poseer, leer, vender o difundir cualquier libro incluido en el índice sin dispensa eclesiástica.
 
4º.- LAS COFRADÍAS PENITENCIALES.
 
En este ámbito histórico comenzarán su andadura las cofradías penitenciales. 
 
Hemos visto más arriba que todos los protestantes condenan el culto a las imágenes y la representación de Dios aunque luteranos y anglicanos aceptan la representación de Cristo.
 
Zuinglio y Calvino, que por lo demás ponen más el acento sobre Dios que sobre Cristo, se muestran más desfavorables, y el calvinismo popular es iconoclasta.
 
El doctor en historia, D. Juan Aranda Doncel, en su obra: “Breve historia de la Semana Santa de Córdoba” dice que “el nacimiento e implantación de las hermandades penitenciales en la capital de la diócesis es un fenómeno que se inicia en los años treinta del siglo XVI y  se prolonga hasta el primer cuarto del siglo XVIII… la mayor cifra de fundaciones corresponde al último tercio de la centuria del quinientos, debido al impulso de Trento”
 
Las órdenes religiosas tendrán un  papel determinante en el nacimiento e implantación de las cofradía penitenciales porque “a diferencia de las parroquias que cuentan normalmente con una sustanciosa dotación fija, los conventos deben buscar sus propios recursos y para ello procuran por todos los medios atraer al mayor número posible de fieles. 
 
Esta vinculación se lleva a cabo a través de distintos medios, siendo uno de los más eficaces el establecimiento de cofradías y el fomento de devociones populares”.
 
Los miembros del clero regular muestran un vivo interés en la fundación de hermandades penitenciales, puesto que ello significa la incorporación de miles de personas  a la actividad de las iglesias conventuales y a la vez una jugosa fuente de ingresos…”.
 
Por tanto, en un momento determinado de la historia, a la Iglesia Católica le interesa desde un punto de vista económico e ideológico crear hermandades penitenciales y así van apareciendo las primeras hermandades, las de la Vera Cruz; muy ligadas a la Orden Franciscana.
 
A finales del siglo XVI se produce un hecho singular, las cofradías dejan de ser sobrias y comienzan a incorporar elementos tales como trompetas, presencia de soldados, capillas musicales, aumentan el número de sus pasos, incorporan cruces guionas… 
 
En el siglo XVII muchas cofradías cambian sus imágenes por otras de estética barroca, los pasos comienzan a enriquecerse con plata, los mantos de las dolorosas se cuajan de estrellas de plata, comienza a usarse la cera no solo para alumbrar, sino también con una intención estética con el uso de velas enrizadas, los sermones y representaciones de la Pasión y los encuentros de la Madre con su Hijo, representaciones de los apóstoles, evangelistas etcétera, se incorporan los primeros palios de respeto, los disciplinantes son una parte importante del cortejo, las autoridades civiles y religiosas se van incorporando a los cortejos procesionales con lo cual se le da más boato y prestancia a la procesión.
 
En 1820, el obispo Trevilla de la diócesis de Córdoba, prohíbe las procesiones en su diócesis lo que conllevará con el tiempo a la pérdida de la rica tradición cofradiera, todo se redujo a la procesión oficial del Santo Entierro, a partir de ahí, la Semana Santa caerá en un letargo que la lleva a casi desaparecer.
 
Curiosamente es a partir de la Guerra Civil Española y del Nacional Catolicismo impuesto por los vencedores de la contienda, lo que provoca el resurgir de las Hermandades. Curioso ¿verdad?...
 
Pero para curiosidad la publicada en el Diario Córdoba correspondiente al viernes, 14 de septiembre de 2007 en sus páginas de sociedad. 
 
Y es que muchas veces cuando estudiamos historia lo hacemos pensando que los hechos que nos relatan son antiguos y no tienen mucho que ver con nosotros, pues no es así, algunos son de plena actualidad. 
 
Nos referimos a la recuperación de las misas, bodas, bautizos, comuniones, funerales… en latín que recientemente el papa Benedicto XVI (Joseph Alois Ratzinger) ha puesto de actualidad mediante un documento “motu proprio” por el cual se retoma el rito tridentino (del Concilio de Trento) sobre la utilización del latín como lengua de la Iglesia desde el siglo III. 
 
Y no solo las misas en latín, sino que la misma ceremonia de la misa adopta formas más propias de otros tiempos.
 
Esperemos que el índice de libros prohibidos no se vuelva a actualizar de “motu proprio” (Por propio impulso) y este blog ocupe una de sus páginas.

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