Vamos a
recuperar algunos post (entrada en un blog) que hemos escrito, en calidad de
colaborador, en otros blogs relacionados con la Semana Santa con la intención
de hacer una recopilación para que no se pierdan en el olvido.
El presente post
se publicó el:
Martes, 12 de
abril de 2011.
Hablar de la
Semana Santa es complejo, porque cada persona que se acerca a las Estaciones de
Penitencia de las distintas Cofradías, lo hace desde diversas perspectivas;
evidentemente la Semana Santa es ante todo un hecho religioso, pero también es
un hecho cultural, estético, tradicional, etcétera.
Sería imposible
definir lo que es la Semana Santa de una forma que satisficiera o satisficiese a todas las
personas que de una forma u otra participan en ella.
Pero todos
estaremos de acuerdo en una cosa...
La Semana Santa sólo se comprende desde el
sentimiento, ese sentimiento que experimentamos con las sensaciones que nos
produce el ver andar a un determinado paso.
Cuando presentimos que vamos a ver
y sentir algo que nos va a emocionar.
Cuando en la intimidad de nuestro
cubrerrostro meditamos sobre nuestro proceder a lo largo del año.
Cuando una
determinada marcha se escucha por una calle estrecha y vienen a nuestra mente
recuerdos de años pasados.
Cuando miramos a una imagen sagrada y recordamos a
seres queridos que ya no la pueden contemplar y se establece esa comunión entre
la imagen y nosotros que nadie más puede comprender.
Cuando debajo del paso,
con nuestros compañeros y amigos, cargamos un montón de kilos y nadie más que
nosotros podemos experimentar esa sensación que estamos buscando durante todo
el año.
Como sentimiento
que es, como estado afectivo de nuestro ánimo producido por un sinfín de
sensaciones, se tiene o no se tiene independientemente de si somos cofrades,
kofrades, sacerdotes, religiosos, católicos, andaluces o extranjeros.
Por eso muchas
veces los no cofrades no nos comprenden y nosotros no comprendemos a los no
cofrades, les falta ese sentimiento que los demás tenemos y que no cambiaríamos
por nada del mundo.
Que nos hace contar los días que faltan para que la primera
se ponga en la calle y que nos produce una sonrisa cuando alguien pasa con su
coche y por las ventanillas salen las notas de una marcha procesional y
pensamos: “ese es de los míos”.
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