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Este no es el blog oficial de la Hermandad del Señor Orando en el Huerto, Nuestro Padre Jesús Cautivo y María Santísima de Palma y Esperanza.

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viernes, 25 de agosto de 2023

LAS PENAS de SAN VICENTE y BARTOLOMÉ ESTEBAN MURILLO.

Comentábamos en el post (entrada en un blog) de este blog del pasado viernes, 11/08/2023 que muchas veces me he preguntado, al contemplar un Misterio de nuestra Semana Santa Andaluza, de dónde habrá sacado la inspiración necesaria el autor de una imagen o de la composición de un Paso de Misterio.

De hecho, algunas imágenes, nos resultan familiares por su expresión, por su colocación en la composición del Paso o por su hechura.

Un ejemplo de esto que afirmo, lo podemos encontrar en el Paso de Misterio de la Hermandad y Cofradía de Nazarenos de Nuestro Padre Jesús de las Penas y María Santísima de los Dolores. Desde su origen con sede canónica en la Parroquia de San Vicente Mártir de la ciudad de Sevilla, estando agregada, para el disfrute de todas sus gracias e indulgencias, a la Basílica de San Juan de Letrán de Roma. Su casa Hermandad está en la calle Miguel Cid nº 2 de Sevilla.


Bartolomé Esteban Murillo (nacido en Sevilla, bautizado el 1 de enero de 1618 - murió 3 de abril de 1682).

Murillo realizó dos interpretaciones de Cristo llevando la Cruz, una de ellas, es un óleo sobre lienzo (154,3 x 210,8 cm) pintado hacia 1665-1675 que se conserva desde 1900 en el Museo de Arte de Filadelfia. El dramatismo se refleja en el fondo nuboso y los colores fríos. La Virgen se sitúa a la derecha del cuadro, arrodillada frente al caído, con un delicado aro como presea. Una luz más intensa ilumina los rostros, mientras a la izquierda, entre las rocas, emerge un paisaje urbano mucho más cercano a Sevilla que a Jerusalén. Ambas figuras muestran composiciones similares a las de otros artistas del barroco sevillano como Roldán, Valdés Leal o Zurbarán.

La otra pieza, la que nos ocupa para este post, llamada Cristo en el Calvario o La subida al Calvario, está pintada con la misma técnica y posee un formato menos rectangular (125 x 146 cm). Pertenece al Museo Thomas Henry de Cherburgo, siendo donada al mismo, en 1835, sin que se conozcan más datos. Aquí las dos figuras se acercan e invierten, en una estructura similar de tonos fríos, prescindiendo Murillo en este caso incluso del fondo urbano.

Si nos fijamos en la imagen de Nuestro Padre Jesús de las Penas, vemos a simple vista sus similitudes con el cuadro de Murillo, la imagen de Jesús de las Penas, está realizada en madera de cedro,  de autor desconocido, toda tallada y representa el pasaje de una de sus Caídas, cuando iba camino del Calvario, llevando sobre el hombro izquierdo, la pesada Cruz de nuestros pecados.

Desde el punto de vista artístico, mide 1,34 metros desde la cabeza al talón; su mano derecha se apoya en el suelo en un intento de levantarse; la cabeza la tiene vuelta hacia este mismo lado, con la mirada fija al frente y con corona de espinas tallada en la misma pieza de la escultura, abrazando la Cruz con la mano izquierda.

La talla, derivada de las creaciones de Roldán, hace gala de una estética barroca más avanzada, más preocupada por acentuar la belleza de rasgos y proporciones que por resaltar aspectos monumentales. Es, por tanto, obra inmediatamente posterior a la irrupción de Roldán en el panorama artístico sevillano. Se circunscribe, pues, al ámbito de los colaboradores y herederos del maestro.

No es efigie procesional sino de retablo, destinada a ocupar una hornacina en el Claustro Principal de lo que fue Convento Casa-Grande del Carmen. De ahí, su carácter marcadamente frontal y decorativo. Es una imagen de talla completa, de bellísimo estofado con rico esgrafiado de oro en relieve en el frente visible de la túnica y sólo dibujado en el dorso, salpicado con pequeños ramos de flores sobre el color grisáceo-azulado de fondo.

Una vez más, podemos comprobar, que los imagineros se suelen “inspirar” en pinturas de los grandes maestros, en este caso, del barroco y habría que cuestionar la “originalidad” de sus creaciones.

viernes, 18 de agosto de 2023

EL “ECCE HOMO” DE ANTONIO CISERI EN EL PASO DE MISTERIO DE LA PRESENTACIÓN DE JESÚS AL PUEBLO DE CASTILLO LASTRUCCI.

Comentábamos en el post (entrada en un blog) de este blog del pasado viernes, 11/08/2023 que muchas veces me he preguntado, al contemplar un Misterio de nuestra Semana Santa Andaluza, de dónde habrá sacado la inspiración necesaria el autor de una imagen o de la composición de un Paso de Misterio.

De hecho, algunas imágenes, nos resultan familiares por su expresión, por su colocación en la composición del Paso o por su hechura.

Un ejemplo de esto que afirmo, lo podemos encontrar en el Paso de Misterio de la Hermandad del Santísimo Sacramento, Pontificia y Real Archicofradía de Nazarenos de la Sagrada Presentación de Jesús al Pueblo, Santísimo Cristo de la Sangre, Nuestra Señora de la Encarnación Coronada y San Benito Abad. Esta Hermandad se encuentra establecida canónicamente, desde el 6 de junio de 1921, en la Parroquia de San Benito Abad de la ciudad de Sevilla, siendo el domicilio de su Casa Hermandad el de calle San Benito número 4 de dicha ciudad.

 

El “Ecce Homo” es una pintura al óleo sobre lienzo tamaño 380 × 292 elaborada por el artista italiano de origen suizo Antonio Ciseri, realizada en el año 1871. Actualmente situado en la Galería de Arte Moderno, Palazzo Pitti en Florencia.

La obra fue encargada por el gobierno italiano en 1871, se trata de la pintura religiosa más sorprendente de Antonio Ciseri. Se describe una escena de la Pasión con fuertes connotaciones políticas, así como de denuncia y una potente humillación, el jefe romano Poncio Pilato, el personaje que sentenció el destino de Jesús, manifiesta ante la muchedumbre “Ecce Homo”; “este es el hombre”. Poncio Pilato inclinándose desde el balcón de un palacio hacia el pueblo, ofrece tanto a Jesucristo como a Barrabás la condena. La pintura se enmarca perfectamente en un contexto histórico puntual gracias a la presencia de diversos detalles como la vestimenta antigua de los personajes, los centuriones romanos, diferentes elementos arquitectónicos, etcétera.

La figura principal, encontrada en medio de la composición en un pronunciado escorzo  vistiendo una túnica de color claro, es Poncio Pilato dirigiéndose a la gran multitud que se congrega bajo el balcón por el que se asoma este. Con su mano izquierda señala a Cristo que había sido acusado de conspiración contra el Imperio Romano. Por otro lado, Cristo viste una túnica escarlata habiendo sido despojado de sus propias vestimentas, para que fuera objeto de burla ya que el color rojo lo vestían los emperadores. También porta sobre su cabeza una corona de espinas.

Cada una de las figuras que se encuentran en el balcón se representan ajenas al espectador, en ningún momento dirigen su rostro hacia el espectador, sino que simplemente muestran su perfil o una vista de su cara. Salvo una figura, la mujer de Poncio Pilato que es la única que deja ver su rostro al espectador ya que avisa a su marido de que no tome partida en la sentencia de Cristo. La mujer posa su mano sobre una sirvienta para no desmayarse.

Se puede destacar la gran habilidad del pintor en el uso de la luminosidad y el efecto sobresaliente de los blancos transparentes.

El interés dado a mediados del siglo XIX por el estudio de los antiguos maestros italianos, caló especialmente en Ciseri, mostrando así en su pintura claras influencias rafaelescas. Gracias a su gran destreza para representar el drama, la pintura del artista se presenta como un calco fotográfico del suceso y sin lugar a dudas se vio influido por el invento de la fotografía cada vez más perfeccionado.

 

Con respecto a los escultores que trabajaron en Sevilla, nos encontramos con Antonio Castillo Lastrucci quien se inspiró en dos cuadros de diferentes autores para encarnar la Presentación al Pueblo de San Benito. Castillo conocía el lienzo de Ciseri, el cual imitó para realizar una composición parecida a la que puede verse todos los martes Santo por las calles de Sevilla.

Al parecer, Castillo también tomó nota del lienzo del pintor húngaro Mihaly Munkacsy, que se alberga en el Museo Déri en Debrecen (Hungría). En dicho “Ecce Homo”, se pueden apreciar diversas diferencias en cuanto al de Ciseri, el suceso se muestra desde donde se reúne el pueblo.

Evidentemente Miguel Ángel Buonarroti es un artista porque su “Moisés”, es una obra de arte única, original, que no copia a nadie, que no está “inspirada” en nadie. Lo mismo podemos decir de Antonio Ciseri, su obra pictórica  “Ecce Homo” no copia a nadie, no está “inspirada” en ninguna otra… pero podemos decir lo mismo de Antonio Castillo Lastrucci, concretamente en su paso de Misterio de la Presentación al Pueblo… no.

He ahí la diferencia fundamental entre artista y artesano. El artista crea modelos y obras únicas, el artesano imita las obras de arte, pero no crea nada original.

viernes, 11 de agosto de 2023

EL MOISÉS de MIGUEL ÁNGEL en el PASO de MISTERIO de SAN GONZALO.

Muchas veces me he preguntado, al contemplar un Misterio de nuestra Semana Santa Andaluza, de dónde habrá sacado la inspiración necesaria el autor de una imagen o de la composición de un Paso de Misterio.

De hecho, algunas imágenes, nos resultan familiares por su expresión, por su colocación en la composición del Paso o por su hechura.

Un ejemplo de esto que afirmo, lo podemos encontrar en el Paso de Misterio de la Pontificia y Real Hermandad del Santísimo Sacramento y Cofradía de Nazarenos de Nuestro Padre Jesús en su Soberano Poder ante Caifás, Nuestra Señora de la Salud y San Juan Evangelista de la Hermandad Sevillana de San Gonzalo, con sede canónica en la Parroquia de San Gonzalo, sita en C/ Nuestra Señora de la Salud, s/n, de Sevilla.

Nos referimos concretamente a las similitudes que hay entre la figura del saduceo José ben Caifás o Yosef Bar Kayafa, obra de Luis Ortega Bru (San Roque, Cádiz, 16 de septiembre de 1916-Sevilla, 21 de noviembre de 1982) tallada en 1976 y del “Moisés” de Michelangelo (Miguel Ángel) Buonarroti (Caprese, 6 de marzo de 1475-Roma, 18 de febrero de 1564), tallada entre 1513 y 1515. Esta escultura, realizada para la hornacina principal de la tumba del papa Julio II, se encuentra en la Basílica de San Pietro in Vincoli, también llamada San Pedro ad vincula, en Roma, Italia.

 
Caifás jugó un papel fundamental en la Pasión de Jesucristo. Él fue el sumo sacerdote que orquestó todo el proceso judicial, tanto civil como religioso, contra Jesús.

 
Ortega Bru, nos presenta a Caifás con un gran volumen, con un giro de su cabeza y sobre todo con una larga y ensortijada barba. Es una imagen con gran tensión, como demuestra la rigidez de sus ojos, muy abiertos, que ponen de manifiesto su contrariedad y en sus manos, en lo estirado de sus dedos, donde se manifiesta su nerviosismo, donde se puede apreciar la tensión del momento en sus venas. Todo esto es visible en el fuerte ímpetu, la irascibilidad, la energía, el temperamento, el enfado y la furia terrible del sumo sacerdote que adopta un gesto expresivo hosco y dramático.

 
Miguel Ángel, representa al Moisés bíblico en el libro del Éxodo. La obra retrata el momento en que desciende del monte Sinaí con la tabla de los diez mandamientos y se encuentra con los israelitas adorando a un becerro de oro.

 
Esta obra representa a un majestuoso Moisés sentado, con las Tablas de la Ley bajo un brazo, mientras con la otra mano acaricia su larga barba.

La misma descripción que hemos realizado del Caifás de Ortega Bru es aplicable al Moisés de Miguel Ángel.

La escultura de Moisés fue tallada entre los años 1513 y 1515, en la época del Cinquecento del Renacimiento italiano.

 
Sin duda, el Moisés insufla vida. El artista, utiliza de nuevo el recurso de la cabeza vuelta hacia la izquierda (como había hecho con el David) concentrando una expresión de tremenda ira (la terribilitá) que le embarga el rostro contraído en un gesto ceñudo y que se refleja en la poderosa constitución de la estatua, sobre todo en sus ojos.

La obra representa el instante preciso en que Moisés lleno de profunda ira, contenida y airada, piensa en el castigo que desatará sobre un pueblo infiel y desagradecido. La relevancia impuesta en los detalles del cuerpo y en los pliegues de los ropajes provocan cierta tensión psíquica que se puede apreciar detallando la escultura: la prominencia de los músculos, la hinchazón de las venas, las grandes piernas pesadas y a punto de incorporarse nos hace temer lo que será tener frente a sí la fuerza de un titán.

La belleza plástica del Moisés, enmarcada en un clasicismo ejercitado a ultranza, trasciende lo canónico y lo formal a través de su mirada, este desequilibrio a favor de lo expresivo se plasma por medio del movimiento contenido que se hace visible al espectador a través de la tensión de la anatomía y que se libera en la vehemencia de su mirada.

 
Cuenta la leyenda que, Miguel Ángel mientras realizaba los últimos acabados, se sintió tan sorprendido por el realismo de la escultura que la golpeó en la rodilla con el martillo, mientras exclamaba: «¿Por qué no hablas?».

 
Como dato curioso el camelauco –también se puede encontrar escrito como kamelaukion– el gorro, bonete o birrete utilizado por los sumos sacerdotes judíos que simboliza el poder y sabiduría de Caifás es confundido, por algunos desinformados, con dos cuernos, como si Caifás tuviera dos cuernos.

A finales del siglo IV San Jerónimo de Estridón, padre y doctor de la Iglesia, hizo un monumental trabajo traduciendo la Biblia desde el griego y el hebreo al latín.

Cuando San Jerónimo tradujo el libro del Éxodo 34, 35 se encontró con una palabra compuesta por las letras KRN. (Es importante aclarar que en hebreo no se escriben las vocales) la cual se puede traducir como «keren» (radiante, luminoso, con rayos de luz) o «karan» (cuerno).

Actualmente la mayoría de las Biblias traducen aquel pasaje de la siguiente manera:

“Y los Hijos de Israel vieron entonces que rayos de Luz emanaban de la tez del rostro de Moisés”.

San Jerónimo, en cambio, optó por la siguiente traducción:

“Y los Hijos de Israel vieron entonces que cuernos emanaban de la tez del rostro de Moisés”.

Está claro que Miguel Ángel conocía la traducción de San Jerónimo y la palabra KRN traducida como «karan» (cuerno) es la responsable de que en su escultura, Moisés, tenga dos cuernos en su cabeza en vez de rayos de luz, como hubiera sido lo correcto.