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Este no es el blog oficial de la Hermandad del Señor Orando en el Huerto, Nuestro Padre Jesús Cautivo y María Santísima de Palma y Esperanza.

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domingo, 3 de abril de 2022

¿POR QUÉ CAMBIA LA FECHA DE LA SEMANA SANTA?

Vamos a recuperar algunos post (entrada en un blog) que hemos escrito, en calidad de colaborador, en otros blogs relacionados con la Semana Santa con la intención de hacer una recopilación para que no se pierdan en el olvido.
El presente post se publicó el:
Jueves, 7 de abril de 2011.
 

Los evangelios nos dicen claramente que la Pasión de Nuestro Señor coincidió con la celebración de la Pascua Judía (Éx.12,1-25).  
 
La última cena no es más que la cena pascual
 
Sobre qué día fue exactamente, en relación con el calendario judío, hay discusión; siguiendo el evangelio de San Juan (Jn.13,1), fue el viernes. 
 
Los israelitas recibieron la orden del Señor de renovar cada año esta celebración el día 15 del mes de Nisán, que según el calendario israelita, comenzaba con la primera luna llena de primavera, es decir; el primer plenilunio de primavera (correspondiente parte al mes de marzo y parte al mes de abril).
 
La Pascua se celebra en memoria del paso del Señor, cuando pasó de largo por las casas de los hijos de Israel en Egipto, pero hirió  de muerte  a los egipcios dejando a salvo las casas de los israelitas (Éx.12, 26-31).
 
La celebración cristiana fundamentalmente es, la Resurrección. 
 
Su cálculo está basado en la Pascua Judía y no siempre hubo acuerdo sobre qué día había de celebrarse.  
 
El Concilio de Nicea, en el anno Domini 325, fijó los criterios para la celebración de la Pascua de Resurrección:
 
.- Que la Pascua se celebre en domingo.
 
.- Que jamás se tenga la Pascua en el mismo tiempo que los judíos.
 
.- Se prohibía  a los cristianos  celebrar en el mismo año, la Pascua, dos veces; ya que según los distintos calendarios, se podía dar este caso.
 
Con estas directrices emanadas del primer Concilio de Nicea, convocado por el Papa Silvestre I, que trató temas tan importantes  como la herejía  de Arrio y que formuló el símbolo  del Credo, llamado Niceno, que  con alguna variación es el que rezamos hoy día, se hacía necesario establecer un calendario lo más exacto posible.
 
Esta no fue una cuestión baladí, ya que existían muchos calendarios  unos lunares y otros solares y las fechas no coincidían a lo largo de los años.
 
Para ver con más claridad donde radicaba el problema, vamos a estudiar, aunque solo sea someramente, algunos de estos calendarios.
 
El calendario egipcio era el más exacto y complejo de los calendarios primitivos, su empleo se supone anterior al año 4241 a. C. estaba basado en la observación de la “salida helíaca” de Sirio, la estrella más brillante del firmamento. 
 
Constaba de doce meses de 30 días cada uno más cinco días adicionales festivos. 
 
El valor del  año trópico para los egipcios era de 365,25 días aproximadamente, resultaba que cada año se retrasaba el comienzo de la primavera a razón de un día  cada cuatro años. 
 
El resultado era que en el periodo de 1460 años (365 x 4), el comienzo de la primavera había pasado por todos los días del año.
 
Julio César, por consejo de Sosigenes, estableció  el llamado calendario Juliano, para ello, se basó en el calendario egipcio de 365,25 días. 
 
Empezó  a regir el  1 de enero del año 45 a. de C. La reforma juliana del Calendario consistió en lo siguiente:
 
El año 708 de Roma (46 a. de C.) constó de 445 días, debido a lo cual, se le llamó “año de confusión”, a partir del cual, el año corriente tuvo 365 días (con 15 meses) con uno de 366 días  cada cuatro años, llamado bisiesto. 
 
Esto  equivale a tomar por valor del año trópico 365,25 días. 
 
El nombre de bisiesto proviene de que el día adicional se colocó inmediatamente después del 24 de febrero, que era el sexto día  de las calendas de marzo, y de aquí el nombre de “bisexto día”.
 
Este calendario Juliano fue adoptado  por los cristianos conservando la nomenclatura de los meses. 
 
Pero el calendario Juliano tenía un error  anual de 11 minutos y 14 segundos ya que en realidad, el año trópico que es el tiempo que transcurre  entre dos pasos consecutivos y reales de la Tierra, o aparente del Sol, por el mismo equinoccio  o el mismo solsticio dura en realidad 365 días, 5 horas,  48 minutos 45 segundos y 98 centésimas.
 
Fue corregido  por el Papa Gregorio XIII, quien nombró una comisión de sabios, con el fin de que la Pascua de Resurrección continuase  coincidiendo con el principio de la primavera.  
 
Así se creó el calendario Gregoriano que aumenta  10 días al Juliano y suprime tres años bisiestos cada cuatro siglos, para que el equinoccio de primavera del año 1583 ocurriera el 21 de marzo, Gregorio XIII decretó que el día siguiente al 4 de Octubre de 1582 fuera día 15
 
Dispuso además, para obtener una mayor coincidencia del año trópico con el civil, que de los años seculares, solamente serían bisiestos aquellos cuyo número de centenas fueran divisibles por cuatro, de esta manera, fue bisiesto el año 1600, pero no lo fueron los años 1700, 1800, 1900. 
 
Este calendario tiene todavía un error de 6 días desde el año 1900 al 10000.
 
La corrección propuesta es la de no considerar bisiestos aquellos años milenarios cuyo número de miles no sea múltiplo de cuatro. 
 
En este caso no serán bisiestos los años 2000, 3000, 5000, 6000, 7000 y 9000.
 
Con esta corrección el calendario Gregoriano es bueno hasta el año 10000, este calendario es a la vez lunar y solar, tiene por objeto regular las fiestas religiosas, que pueden ser fijas o móviles, las fijas corresponden al calendario solar y las móviles al calendario lunar.
 
La fecha principal de este calendario es la Pascua de Resurrección, pues de ella dependen las otras fiestas móviles de la Iglesia.
 
El cálculo de la Pascua de Resurrección es complejo, existen varias fórmulas, entre ellas una muy curiosa de Carlos Federico Gauss, matemático y astrónomo alemán; y unas tablas para su cálculo que no vamos a explicar aquí precisamente por su complejidad. 
 
Pero ha de ser  siempre en el primer  domingo siguiente a la luna llena del mes judío de  Nisán; es decir, el primer domingo siguiente al plenilunio ocurrido el  21 de marzo  o después  de este día, ésta  es la razón por la cual el  Viernes Santo  siempre  luce en el cielo la luna llena de Nisán.
 
La Pascua  de Resurrección o Domingo de Resurrección, se celebrará los siguientes días:
 
Año 2012 el 08 de abril.
Año 2013 el 31 de marzo.
Año 2014 el 20 de abril.
Año 2015 el 05 de abril.
Año 2016 el 27 de marzo.
Año 2017 el 16 de abril.
Año 2018 el 01 de abril.
Año 2019 el 21 de abril.
Año 2020 el 12 de abril.
Año 2021 el 04 de abril.
Año 2022 el 17 de abril.
Año 2023 el 09 de abril.
Año 2024 el 31 de marzo.
Año 2025 el 05 de abril.
 
Conocida  la fecha de la Pascua de Resurrección las demás fiestas móviles de la Iglesia se calculan del siguiente modo:
 
Septuagésima:
Se celebra el noveno domingo antes de Pascua de Resurrección.
 
Sexagésima:
Se celebra el octavo domingo antes de Pascua de Resurrección.
 
Quincuagésima:
Se  celebra el séptimo domingo  antes de Pascua de Resurrección y coincide  con el domingo de carnaval.
 
Miércoles de Ceniza:
Se celebra el miércoles siguiente  a la quincuagésima.
 
Primer  domingo de cuaresma:
Se celebra el domingo siguiente al miércoles de ceniza. Son cinco los domingos de cuaresma.
 
Domingo de Pasión:
Se celebra  el segundo domingo antes de Pascua de Resurrección. Coincide con el último domingo de cuaresma.
 
Domingo de Ramos:
Se celebra siete días antes del domingo de Pascua de Resurrección.
 
Cuasimodo:
Su nombre  proviene  de las palabras latinas “Quasi modo”, con las que comienza el introito de la misa de este  domingo, también se conoce con el nombre de  dominica in albis” y  “dominica post albas”, haciendo referencia al alba, vestido que se considera básico para todos los Sacerdotes; en este domingo se solía deponer el alba de ahí su nombre; es decir, depuestos ya los vestidos blancos, mientras que el sábado anterior era sábado “in albis deponendis “, los vestidos “por deponer”.
 
Ascensión del Señor:
Se celebra el jueves correspondiente a cuarenta días después de la Pascua de Resurrección.
 
Pascua de Pentecostés:
Se celebra cuarenta y nueve días  después de Pascua de Resurrección.
 
Santísima Trinidad:
Se celebra el domingo siguiente a la Pascua de Pentecostés.
 
Corpus  Christi:
Se celebra el jueves siguiente  a la Santísima Trinidad.
 
Primer domingo de adviento:
Se celebra el primer domingo que sigue  al 26 de noviembre.
 
Esperamos haber satisfecho la curiosidad de muchos cofrades que han preguntado sobre el porqué la Semana Santa no tiene  una fecha fija.

domingo, 27 de marzo de 2022

¿QUÉ ES LA SEMANA SANTA?

Vamos a recuperar algunos post (entrada en un blog) que hemos escrito, en calidad de colaborador, en otros blogs relacionados con la Semana Santa con la intención de hacer una recopilación para que no se pierdan en el olvido.
El presente post se publicó el:
Martes, 12 de abril de 2011.
 

Hablar de la Semana Santa es complejo, porque cada persona que se acerca a las Estaciones de Penitencia de las distintas Cofradías, lo hace desde diversas perspectivas; evidentemente la Semana Santa es ante todo un hecho religioso, pero también es un hecho cultural, estético, tradicional, etcétera.
 
Sería imposible definir lo que es la Semana Santa de una forma que satisficiera o satisficiese a todas las personas que de una forma u otra participan en ella.
 
Pero todos estaremos de acuerdo en una cosa... 
 
La Semana Santa sólo se comprende desde el sentimiento, ese sentimiento que experimentamos con las sensaciones que nos produce el ver andar a un determinado paso.
 
Cuando presentimos que vamos a ver y sentir algo que nos va a emocionar.
 
Cuando en la intimidad de nuestro cubrerrostro meditamos sobre nuestro proceder a lo largo del año.
 
Cuando una determinada marcha se escucha por una calle estrecha y vienen a nuestra mente recuerdos de años pasados.
 
Cuando miramos a una imagen sagrada y recordamos a seres queridos que ya no la pueden contemplar y se establece esa comunión entre la imagen y nosotros que nadie más puede comprender.
 
Cuando debajo del paso, con nuestros compañeros y amigos, cargamos un montón de kilos y nadie más que nosotros podemos experimentar esa sensación que estamos buscando durante todo el año.
 
Como sentimiento que es, como estado afectivo de nuestro ánimo producido por un sinfín de sensaciones, se tiene o no se tiene independientemente de si somos cofrades, kofrades, sacerdotes, religiosos, católicos, andaluces o extranjeros.
 
Por eso muchas veces los no cofrades no nos comprenden y nosotros no comprendemos a los no cofrades, les falta ese sentimiento que los demás tenemos y que no cambiaríamos por nada del mundo.
 
Que nos hace contar los días que faltan para que la primera se ponga en la calle y que nos produce una sonrisa cuando alguien pasa con su coche y por las ventanillas salen las notas de una marcha procesional y pensamos: “ese es de los míos”.

domingo, 20 de marzo de 2022

LA LITURGIA DE LAS HORAS.

Vamos a recuperar algunos post (entrada en un blog) que hemos escrito, en calidad de colaborador, en otros blogs relacionados con la Semana Santa con la intención de hacer una recopilación para que no se pierdan en el olvido.

El presente post se publicó el:

Domingo, 10 de abril de 2011.

 


Los Oficios Divinos (del latín, “officium divinium”, “deber divino”), son un conjunto de servicios no sacramentales de la oración cristiana que deben ser cantados o recitados en determinados momentos del día.

Tienen por objeto santificar algunos momentos del día. 

Las series de horas canónicas han sido una práctica regular en las catedrales y monasterios desde el siglo IV. 

En su origen se realizaban utilizando el Libro de los Salmos, lecturas de la Biblia (elegidas con carácter instructivo) y una colección de himnos y oraciones.

Hacia el siglo XIII, las horas canónicas fueron recogidas en un tomo, llamado Breviario, para el uso privado de los monjes y del clero. 

Las Iglesias ortodoxas utilizan todavía las viejas colecciones de los libros litúrgicos para realizar los oficios divinos. 

La recitación de los oficios divinos ha sido obligatoria para todos los sacerdotes (y algunas monjas) en la Iglesia católica apostólica romana desde 1918. 

El Concilio Vaticano II modificó el breviario y cambió su nombre por el de Liturgia de las Horas.

Los oficios divinos completos son nueve en total:

La vigilia: que tiene lugar a medianoche, o justo después de medianoche, se mantiene sólo en algunos monasterios y en la vigilia de la Pascua de Resurrección que se celebra antes de la Pascua.

Maitines: la oración de la mañana también llamadas “matutinae laudes” o “alabanzas matutinas”.

El nombre proviene del latín “matutinus”.

Es la primera de las horas canónicas.

Antiguamente se cantaban los maitines durante las primeras horas del día; consiste en un largo oficio de salmos y lecturas que tiene lugar al alba; el Concilio Vaticano II simplificó este oficio, llamándolo oficio de las lecturas para que se pudiera celebrar en cualquier momento del día.

El oficio de las lecturas consiste en tres salmos y en dos lecturas, una de la Biblia y otra de otra fuente, generalmente de los Padres de la Iglesia, de los Santos o de un documento de la Iglesia.

Laudes: que significa “alabanzas”.

Es con las vísperas una de las horas principales se celebra después de maitines y durante la mañana, consiste en un himno, dos salmos, un cántico del Antiguo o del Nuevo Testamento, una lectura corta de la Biblia, el benedictus, responsorios, intercesiones, el Padrenuestro y una oración conclusiva.

Prima: la primera de las cuatro horas menores, se celebraba al principio de cada día, es la primera hora después de salir el Sol, sobre las 6:00 horas. 

El Concilio Vaticano II suprimió este oficio, aunque perdura en las Iglesias ortodoxas y algunos monasterios.

Tercia: la segunda de las cuatro horas menores, tercera hora después de salir el Sol, sobre las 9:00 horas. 

En los monasterios y en las catedrales, a la hora tercia sigue la misa.

Sexta: La tercera de las cuatro horas menores, sexta hora después de salir el Sol, sobre las 12:00 horas (mediodía).

Nona: La cuarta de las cuatro horas menores, novena hora después de salir el Sol,  sobre las 15:00 horas.

Vísperas: palabra que proviene del latín “vesper” que significa tarde.

Es el oficio de la tarde.

Consiste en un himno, dos salmos un cántico del Antiguo o del Nuevo Testamento, una lectura corta de la Biblia, el Magníficat de la Santísima Virgen, responsorios, intercesiones, el Padrenuestro y una oración conclusiva, se halla estructurada del mismo modo que laudes y tiene lugar a la puesta del sol, por lo común antes de cenar.

Completas: oraciones del oficio divino al acostarse, se celebra por la noche antes de retirarse; el Concilio Vaticano II obligó a aquéllos ligados a la recitación de los oficios divinos a hacerlo sólo una de las tres horas menores que permanecían; sin embargo, todas las horas menores persisten en los oficios divinos ortodoxos.

En los Monasterios suelen cerrar el oficio las antífonas de la Santísima Virgen María, costumbre que parte del siglo XIII.

También se suele rezar diariamente.

En La Liturgia de las horas,  el día se divide en doce horas diurnas desde las 6:00 horas hasta las 18:00 horas, la hora prima va a ser la aurora que corresponde a las 6:00 horas, las horas se agrupan en periodos de tres horas cada una. 

La noche se divide en cuatro partes de cuatro horas cada una, comienza a las 18:00 horas y concluye a las 6:00 horas, así tendríamos:

Horas del Día:

Hora Prima: las 6:00 horas. Al Amanecer.

Hora Tertia: las 9:00 horas. Media Mañana.

Hora Sexta: las 12:00 horas. Mediodía.

Hora Nona: las 15:00 horas. Media Tarde.

Hora Vespera: las 18:00 horas. Caída de la tarde.

Horas de la Noche:

Hora Prima: las 18:00 horas. Caída de la tarde.

Hora Secunda: las 22:00 horas.

Hora Tertia: las 2:00 horas.

Hora Cuarta: las 6:00 horas.

domingo, 13 de marzo de 2022

COFRADES Y KOFRADES.

Vamos a recuperar algunos post (entrada en un blog) que hemos escrito, en calidad de colaborador, en otros blogs relacionados con la Semana Santa con la intención de hacer una recopilación para que no se pierdan en el olvido.
El presente post se publicó el:
Jueves, 31 de marzo de 2011.
 

La palabra cofrade viene del latín “cum” 'con' y “frater” 'hermano'. 
 
Para la Real Academia de la Lengua, el cofrade es una persona que pertenece a una cofradía.
 
Una cofradía sería una Congregación o Hermandad que forman algunos devotos, con la autorización religiosa competente, para ejercitarse en obras de piedad.
 
Pero fue el periodista Carlos Colón en una serie de artículos publicados en la edición andaluza del diario “El País”, quien acuñó el término “kofrade”, con “k”.
 
Los “kofrades” se caracterizan por centrar su atención casi exclusivamente en la actividad de los costaleros. 
 
La búsqueda insaciable de novedades, sobre todo en marchas procesionales.
 
El afán coleccionista aplicado a carteles, discos compactos y fascículos de Semana Santa editados por los periódicos. 
 
Por pertenecer a varios foros cofrades de Internet… 
 
Y por una desvinculación casi total de la participación en actos religiosos como misas, quinarios, obras asistenciales, cultos internos de cada hermandad, triduo sacro en Semana Santa etcétera.
 
Ciertamente, hoy en día, el número de “kofrades” es inmensamente superior al de cofrades, lo malo es que hay muchos cofrades que siendo en realidad “kofrades” tienen el carné de una cofradía y así les va a las cofradías con tantos “kofrades” y con tan pocos cofrades.
 
Aunque el refranero castellano es sabio cuando afirma: “Si no quieres desazones, no entres en congregaciones”, advirtiéndonos que la pertenencia a hermandades y cofradías, a buen seguro, y sea cualquiera el fin que se persiga, antes o después dan disgustos y quebraderos de cabeza. 
 
Por tanto, es mucho mejor ser un “kofrade independiente” que un cofrade dependiente del capricho del Hermano Mayor, Junta de Gobierno, Consiliario, Párroco u Obispo de turno. 
 
Se pasa mucho mejor en la Cuesta del Bailío un Domingo de Ramos que en un palco, una reunión de Junta de Gobierno o asistiendo a una charla obligatoria del señor Consiliario al que para colmo, pudiera ser, que no le gusten las Cofradías.

miércoles, 2 de marzo de 2022

LA SEMANA SANTA ¿HECHO RELIGIOSO O SOCIAL? ¿INTIMOR INTIMO MEO?

Vamos a recuperar algunos post (entrada en un blog) que hemos escrito, en calidad de colaborador, en otros blogs relacionados con la Semana Santa con la intención de hacer una recopilación para que no se pierdan en el olvido.
 
El presente post se publicó el:
Jueves, 14 de abril de 2011.
 

Cada año, cuando se acerca la cuaresma o en la misma cuaresma, siempre hay alguien que henchido de estrés cofrade coge su pluma y nos dedica una encendida defensa de los valores religiosos que, desde su óptica, cree que siguen perviviendo en nuestra piel de toro extendida llamada España como la llamó Estrabón.
 
Este cofrade estresado viene a decirnos algo así como: “El que no sea Católico, Apostólico y Romano que se aguante porque la Semana Santa, esta mística celebración de la pasión, muerte y resurrección de Jesús de Nazaret, que es Cristo y que es Dios; va a ocupar las calles de la ciudad con sus desfiles procesionales o estaciones de penitencia para regocijo de creyentes y fastidio de laicos, ateos y judeo-masones”.
 
Estos que todavía suspiran por el Nacionalcatolicismo, cuando los cardenales fueron equiparados a generales de brigada y el Santísimo recibía honores militares; cuando se derogaron las leyes ateas de la II República y se establecieron las leyes de inspiración católica del antiguo régimen, con la implantación de la pena de muerte y la supresión del matrimonio civil, del divorcio y de la coeducación; estos que todavía recuerdan con nostalgia, como Su Excelencia, entraba bajo palio a las iglesias y catedrales españolas; estos cofrades de pro amantes de la batalla de Clavijo donde Santiago Matamoros con sus huestes, y su famoso caballo blanco, derrotaba a los impíos sarracenos: “¡Santiago y cierra España!” ¡Qué falta nos haces ahora con tanto moro suelto por el suelo patrio!; éstos, todos estos, todos los años, confunden la velocidad con el tocino y se creen que el personal que está en la calle, viendo procesiones, son como ellos, que España es la de siempre: “ser español es ser católico”, la de toda la vida desde 1936 a 1975, y que Andalucía y Sevilla son la tierra de María y así, dirigiéndose a la sección de cartas al director de cualquier periódico nos intentan demostrar que pese a quien pese, España sigue siendo Católica, Apostólica y Romana porque las calles están llenas  y … 
 
Las iglesias están vacías en el denominado triduo sacro, donde con ritos solemnes se conmemora la pasión, muerte y Resurrección de Jesucristo; donde celebraciones especiales, recuerdan la institución de la eucaristía en el Jueves Santo con lecturas de las Sagradas Escrituras, oraciones solemnes, y la veneración de la cruz que recuerdan la crucifixión de Cristo el Viernes Santo; el Sábado Santo se conmemora el entierro de Cristo; los oficios de vigilia de medianoche inauguran la celebración de la Pascua de Resurrección. 
 
Si todos fueran Católicos, Apostólicos y Romanos, las iglesias y catedrales estarían llenas de fieles, pero no es así, la gente está en la calle.
 
Fue el gran sociólogo Emilio Durkheim quien puso de manifiesto que el “fenómeno religioso” es en sí un “hecho social”.
 
La religiosidad es un fenómeno verdaderamente universal, de hecho, no se conoce ningún pueblo sin religión, pero una cosa es la existencia universal de la religiosidad, y otra, el grado con que la viven los individuos. 
 
La universalidad de la religiosidad abarca a todas las culturas y pueblos, pero no a todos los individuos en el mismo grado.
 
El mismo Durkheim define el hecho religioso como un sistema más o menos complejo de mitos, dogmas, ritos y ceremonias, constituyendo dos polos o categorías fundamentales: las creencias y los ritos. 
 
Las primeras son estados de opinión y consisten en representaciones de la realidad; los segundos son modos de acción sobre dicha realidad. 
 
Estas categorías terminan por dividir la realidad en dos dominios del mundo: lo sagrado y lo profano. 
 
En definitiva, podemos definir el hecho religioso como “un sistema solidario de creencias y prácticas relativas a cosas sagradas; es decir, separadas, prohibidas, creencias y prácticas que se unen en la misma comunidad moral, llamada iglesia, a todos los que se adhieren a ellas”.
 
La religión se manifiesta al observador por medio de acciones sociales. 
 
De estas la más detectable es el ritual, o conjunto de ritos. 
 
Básicamente los ritos representan y se refieren a los mitos y, casi siempre, están conectados con la actividad salvacional y la expiación de la culpa.
 
La Semana Santa es un buen ejemplo de ritual público pero… no todos los individuos que forman una sociedad la viven de igual forma como a veces se nos quiere hacer ver de manera tendenciosa.
 
Un Católico, Apostólico y Romano la vive como expiación de la culpa por haber matado a Jesús, a Cristo, a Dios y confía en la redención de su pecado con la resurrección de Jesús, de Jesucristo, de Dios. 
 
Pero mucha gente vive la Semana Santa como una fiesta. 
 
La fiesta de los sentidos y de los sentimientos, la fiesta de la primavera y disfrutan de las marchas procesionales, del andar acompasado de los pasos, del olor a incienso y azahar y de la estética teatral y barroca que se nos muestra en las calles de nuestras ciudades y pueblos.
 
Mucha gente no comprende que se nos quiera dar la imagen de una Semana Santa triste y lúgubre como las del antiguo régimen, no puede serlo, estamos en Andalucía y aquí las cosas son de otra manera, aquí los pasos de misterio se van de frente, de costero, sobre los pies… y los palios se mueven con gracia y al compás de marchas alegres o solemnes pero nunca tristes, aquí vemos la estética de las imágenes, su disposición en el paso… y que nadie piense que soy un irreverente, al contrario, lo que no comprendo es que un Católico, Apostólico y Romano vaya en contra de la palabra de Dios revelada por Él mismo en la Biblia, los pasos de Semana Santa no pueden representar a Jesús de Nazaret, a Jesucristo, a Cristo, a Dios y ni mucho menos son “el Señor” o “la Virgen”; porque está escrito en las Tablas de la Ley, los Diez Mandamientos, el Decálogo, entregado por el mismo Dios a Moisés en el monte Sinaí, su segundo mandamiento bíblico: “No te harás escultura ni imagen alguna ni de lo que hay arriba en los cielos, ni de lo que hay abajo en la tierra, ni de lo que hay en las aguas debajo de la tierra. No te postrarás ante ellas ni les darás culto, porque yo Yahveh, tu Dios, soy un Dios celoso, que castigo la iniquidad de los padres en los hijos hasta la tercera y cuarta  generación de los que me odian, y tengo misericordia por millares con los que me aman y guardan mis mandamientos.” (Éxodo capítulo 20, versículos 4-6) (Éx 20, 4-6).  
 
Por si alguien cree que es un error lo que acabo de transcribir, puede consultar el Deuteronomio, capítulo 5, versículos 8-10: “No te harás escultura ni imagen alguna, ni de lo que hay arriba en los cielos, ni de lo que hay abajo en la tierra, ni de lo que hay en las aguas debajo de la tierra. No te postrarás ante ellas ni les darás culto. Porque yo, Yahveh tu Dios, soy un Dios celoso, que castigo la iniquidad de los padres en los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me odian, y tengo misericordia por mil generaciones con los que me aman y guardan mis mandamientos”. (Dt 5, 8-10). 
 
Hasta el mismísimo San Pablo, que no es sospechoso de laicismo, ateismo y complot judeo-masónico afirma: “Si somos, pues, del linaje de Dios, no debemos pensar que la divinidad sea algo semejante al oro, la plata o la piedra, modelados por el arte y el ingenio humano.” (Hechos de los Apóstoles, capítulo 17, versículo 29) (He 17, 29).
 
Evidentemente yo estoy hablando de la Biblia que contiene la palabra de Dios tal y como fue transmitida por su Espíritu, el Espíritu Santo; primero a través de los patriarcas y profetas y más tarde por boca de los apóstoles, como sostiene la doctrina: Dios es autor de la Biblia; por eso la Biblia es Su palabra.
 
No hablo, claro está, del Catecismo Católico, en éste, el segundo mandamiento, fue eliminado de cuajo, lo hicieron desaparecer, como si Dios no se lo hubiera dado a Moisés, alguien que se cree más que Dios, lo ha eliminado del Decálogo y eso a pesar de lo escrito por San Mateo: “Porque os aseguro que, mientras no pasen el cielo y la tierra, ni un punto ni una coma desaparecerán de la ley hasta que todo se cumpla” (Mt 5, 18). Pobre Mateo.
 
Por si todavía hay algún suspicaz, le digo que, la edición de la Biblia que he consultado tiene impreso el “Nihil Obstat” del Censor Eclesiástico, el “Imprimatur” del Censor Deputatus y está traducida de La Vulgata Latina al español; por tanto, no cabe duda que me he guiado por una Biblia Católica, Apostólica y Romana.
 
Por todo ello, la Semana Santa con sus pasos en la calle, debe ser una manifestación cultural y artística, una tradición, un ritual antiguo basado en la adoración de imágenes, de ídolos (idolatría del latín idolatrīa, y este del griego εἰδωλολατρεία. Adoración que se da a los ídolos), pero en ningún momento una manifestación pública de la fe Católica, porque, por mandato divino, los Católicos, Apostólicos y Romanos, no hacen escultura ni imagen alguna de Dios, ni de lo que hay arriba en los cielos, ni de lo que hay abajo en la tierra, ni de lo que hay en las aguas debajo de la tierra, y no se postran ante ninguna imagen, ni les dan culto. 
 
Tienen que cumplir los puntos y las comas de la Ley de Dios que se encuentra escrita en la Biblia. Y si no lo hacen: “Yo, Yahveh tu Dios, soy un Dios celoso, que castigo la iniquidad de los padres en los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me odian, y tengo misericordia por mil generaciones con los que me aman y guardan mis mandamientos”. Esto sí es Palabra de Dios.
 
Aquí, en Andalucía, vivimos la Semana Santa cada uno a nuestra manera, a nuestro aire, sin meternos con nadie, cada uno a sentir sus cosas como mejor le parezca y convenga, no nos gustan las imposiciones, el pensamiento único, ni las interpretaciones tendenciosas de los que se creen en posesión de la verdad. Porque ¿Qué panorama contemplamos cuando examinamos a la Comunidad Católica, Apostólica y Romana que nos quiere imponer su forma de vida? 
 
Pues que viven como auténticos paganos, como auténticos gentiles, preocupados por los placeres y las comodidades de esta vida que al fin y al cabo para el Católico, Apostólico y Romano es un valle de lágrimas y sufrimiento porque la auténtica vida es otra: “Mi Reino no es de este mundo” (Jn 18, 36). 
 
Viven como si no hubiera infierno para castigar a los que no obedecen los preceptos de la Santa Madre Iglesia y una Gloria para premiar a las ovejas sumisas al Pastor que no abandonan el redil.
 
El panorama no puede ser más negro: apatía por las visitas al Sagrario y el rezo del Rosario en familia, sacramentos aplazados sine die, especialmente el de la penitencia, olvido del cumplimiento pascual, disminución de los óbolos y donaciones a la Iglesia, tibieza en el cumplimiento de los deberes religiosos, aumento escandaloso del número de bodas civiles (¡amancebamiento!); rupturas matrimoniales sin pagar como es debido al Tribunal de la Rota, todo por ahorrarse unos cuantos euros que vale una anulación como Dios manda; drástico recorte de las decenas de misas que antes se encargaban en sufragio de las ánimas del pulgatorio.
 
Aquel tiempo añorado por algunos en que los cines y los bares cerraban el Viernes Santo y los guardias multaban a las parejas por besarse en el parque, de cuando la censura prohibía la publicación de libros desedificantes y mutilaba las películas para que no aparecieran besos en la boca y achuchones, gracias a los que creemos en una sociedad civil y libre sin más imposiciones que las Leyes que todos nos hemos dado de forma democrática, aquellos tiempos, han terminado aunque algunos todavía sigan clavados en el Concilio de Trento y en el nacionalcatolicismo que fue práctica utilizada en España por la Iglesia católica durante el franquismo (1936-1975), caracterizada por su control, con el apoyo del Estado, de determinadas parcelas de la vida política y social española como gran parte de la educación y la moral pública que quedaban en manos de la Iglesia, quien censura la cultura e imponía sus normas sobre determinados comportamientos sociales, que identificaban la nación española con el catolicismo (ser español es ser católico) en la defensa de los valores religiosos católicos.
 
No sé si arrepentirme por haber desobedecido a Don Francisco, a Su Excelencia no, a Don Francisco de Quevedo y Villegas cuando en el capítulo II de su obra: “La vida del Buscón llamado don Pablos” nos dice: “Esas cosas, aunque sean verdad, no se han de decir”... 
 
Claro que por otra parte, sí he hecho caso a San Juan: “Conoceréis la verdad y la verdad os hará libres” (Jn 8,32). Ya me quedo más tranquilo.
 
Posdata:
Para los de Ciencias de toda la vida, traduzco al español los términos latinos empleados:
 
“Intimor intimo meo”: “Más íntimo que lo íntimo mío”. Son palabras de San Agustín de Hipona (354-430), teólogo cristiano, el más grande de los padres de la Iglesia y uno de los más eminentes doctores de la Iglesia occidental. Esta frase pertenece a su obra: “Confesiones” (397-401) y he encontrado varias versiones:
 
“Deus, intimior intimo meo!”: “¡Oh Dios, que eres más íntimo a mi ser que yo mismo! 
 
“Tu autem intimior intimo meo et superior summo meo”: “Tú, Señor, eres lo más interior de lo más íntimo mío y lo más superior de lo más supremo mío”.
 
“Nihil Obstat”: "Nada se opone”, “No hay inconveniente”: Fórmula usada en el lenguaje eclesiástico para dar autorización a la publicación de un libro. Aprobación de la censura eclesiástica católica del contenido doctrinal y moral de un escrito, previa al imprimátur. Beneplácito.
 
“Imprimatur”: "Imprímase”: Licencia que da la autoridad eclesiástica para imprimir un escrito.