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domingo, 12 de septiembre de 2021

IMAGINERÍA ANDALUZA 4 de 4. EL REALISMO DE LA ESCUELA SEVILLANA.

Vamos a recuperar algunos post (entrada en un blog) que hemos escrito, en calidad de colaborador, en otros blogs relacionados con la Semana Santa con la intención de hacer una recopilación para que no se pierdan en el olvido.
El presente post se publicó el:
Domingo, 11 de marzo de 2012.
 

I.- LOS MAESTROS DEL REALISMO.
 
En torno a los años de 1620, la Escuela Sevillana dio un paso decisivo hacia el realismo, gracias a la acción de un artista genial por muchos conceptos, Juan de Mesa.
 
Juan de Mesa y Velasco, nació en Córdoba en 1583, hijo de Juan de Mesa y Catalina de Velasco
 
En 1606 aparece como aprendiz en el taller de Juan Martínez Montañés con veintitrés años, permaneció en su taller hasta 1615. 
 
En 1613 Juan de Mesa contrajo matrimonio con Dª María de Flores y se estableció en la costanilla de San Martín en Sevilla. 
 
Sus trabajos están llenos de expresividad y dramatismo, es el imaginero por excelencia de las hermandades penitenciales; Mesa es quien mejor supo asumir las necesidades devocionales e iconográficas de la cofradías sumidas ya en los gustos litúrgicos y estéticos derivados de la religiosidad nacida en el Concilio de Trento.
 
Esta etapa del realismo, inaugurada por Juan de Mesa, debe entenderse como la época singular de la mejor imaginería, este periodo del realismo durará hasta aproximadamente los años de 1650.
 
La etapa del realismo hay que considerarla como un primer paso hacia el barroco, de esta manera la Escuela Sevillana, se fue despegando del manierismo hasta alcanzar el barroco.
 
Las imágenes de Juan  de Mesa tienen todas ellas una altísima calidad, entre otras citaremos:
 
El crucificado del Amor, contratado en 1618 por Juan Francisco de Alvarado para la cofradía del Amor.
 
Mesa realizó una imagen impresionantemente realista, inspirada en el Cristo de la Clemencia, pero con diferencias  puesto que Cristo está muerto lo que confiere a la anatomía movimientos y aspectos distintos: severo dramatismo en la cabeza con tosca corona de espinas, sudario de retorcidos pliegues  con las moñas laterales, típicas de Mesa y tres clavos que determinan una composición triangular, alcanzando notas muy emocionales por el concepto trágico que emana de la escultura.
 
Cristo de la Conversión del Buen Ladrón. En 1619, Mesa recibió el encargo de la Cofradía de Montserrat, este crucificado tiene una gran altura (1,92 m.), su tratamiento anatómico es de gran veracidad es una de las imágenes más personales de Mesa y en la que más se aparta del modelo Montañesino.
 
Jesús del Gran Poder. En el año 1620 Mesa esculpió esta imagen que mide 1,90 metros y es imponente no solo por su altura sino por el gesto decidido y varonil. 
 
El rostro y la cabeza herida por las espinas resultan las partes más trágicas. La figura posee un cuerpo anatomizado en gran parte y tiene fuertes proporciones .
 
San Juan Evangelista. Imagen de 1620, destaca el volumen de las cabeza juvenil, hecha como queriendo insistir en la fuerza y amparo que brinda a la Virgen del Mayor Dolor y Traspaso.
 
Cristo de la Buena Muerte. Esculpido en 1620, actualmente Titular de la Hermandad de los Estudiantes de Sevilla, talla de cedro de composición triangular, mide 1,76 metros y es quizá la imagen más humana de Juan de Mesa por la belleza corporal  que posee, gracias a la armoniosa proporción de sus miembros, se trata de un Cristo muerto, la cabeza es de las más humanas  de la imaginería pasionista hispalense, el original sudario tiene tintes dramáticos por los complicados pliegues como por la cuerda que desgarra la carne.
 
El Nazareno de la Rambla. Realizado entre 1621 y 1623, es una escultura espléndida, de elevado porte y acabada perfección escultórica.
 
Crucificado de la Vera Cruz. Iglesia de las Cabezas de San Juan de hacia 1622-1623.
 
Crucificado de la Misericordia. Iglesia colegial de Osuna, imagen más pequeña del natural, mide 1´35 metros.
 
Virgen de Las Angustias. En 1627, al fallecer Juan de Mesa, estaba en su taller esta imagen de la Virgen con Jesús descendido de la cruz en su regazo. 
 
Este grupo escultórico se encuentra, en la actualidad, en la Real Iglesia de San Pablo de Córdoba aunque siempre fue su casa la Iglesia de San Agustín. 
 
Este conjunto constituye el testamento artístico del maestro Mesa por su dramatismo y extremada hermosura.
 
Francisco de Ocampo, nació en Villacarrillo provincia de Jaén, en 1579; con catorce años estaba en Sevilla bajo la protección de su tío Andrés de Ocampo. 
 
Es uno de los artistas más fecundos de la Escuela Sevillana, su producción es larga, algunas de sus obras son:
 
Jesús Nazareno. En la capilla sacramental de la iglesia de San Bartolomé de Carmona, se encuentra esta imagen realizada en 1607. La talla es de tamaño natural y totalmente esculpida.
 
Cristo del Calvario. Está inspirado en el Cristo de la Clemencia pero es una obra con rasgos propios de austera expresión, cuerpo esbelto mide 1,65 metros, Cristo está muerto.
 
Crucificado de la Salud. Atribuido a Ocampo, esta imagen del barrio de la Carretería Sevilla mide 1,70 metros tiene notas de realismo en su tratamiento anatómico y en su cabeza y sudario recuerdos de las composiciones manieristas.
 
Jesús Nazareno. Atribuido a Ocampo, esta imagen de la Hermandad del Silencio de Sevilla mide 1,83 metros está hecha para ser vestida pero tiene anatomizada gran parte de su cuerpo y brazos articulados; tanto las manos como el cuello y cabeza están soberbiamente esculpidos con expresivos detalles realistas.
 
Jesús de la Salud. Atribuido a Ocampo, este Nazareno de la Hermandad de la Candelaria de Sevilla mide 1,35 metros y está tallado totalmente. Su aspecto general es de gran nobleza y de conseguido movimiento itinerante.
 
Alonso Cano. Nació en Granada en 1601 y desde 1614 se afincó en Sevilla aunque curiosamente no existe una imagen procesional suya en la capital hispalense. 
 
Sí se conserva una Inmaculada Concepción que hoy pertenece a la Sacramental de la parroquia de San Julián y La Inmaculada Concepción realizada en 1654 para la catedral de Granada. 
 
A pesar de la ausencia de obras procesionales, es tal su peso e importancia en la evolución de la Escuela que lo he traído a colación.
 
Pedro Nieto. Tenemos noticias de él entre 1610 y 1648. En 1628 contrató las esculturas de los dos ladrones para la Cofradía de Montserrat, que no son las que actualmente figuran en el paso de misterio.
 
Los Hermanos Ribas. De los tres hermanos (Felipe, Gaspar y Francisco) solamente dos se dedicaron a tareas escultóricas.  
 
Felipe nació en Córdoba en 1609, fue aprendiz de Juan de Mesa, es obra suya el Jesús de la Divina Misericordia, titular de la Hermandad sacramental de las Siete Palabras, de la Iglesia de San Vicente de Sevilla realizada en el año 1641.
 
Francisco Dionisio realizó el Niño Jesús (1644) de la sacramental de San Juan de la Palma de Sevilla fusionada con la Hermandad de la Amargura.
 
José de Arce. Es flamenco (de Flandes), aparece documentado en Andalucía desde 1634 a 1666 de gran influencia en los círculos artísticos de la época, aunque no tiene  ninguna imagen procesional.
 
Sebastián Rodríguez. Activo en el segundo cuarto del siglo XVII, autor del Cristo del Buen Fin (1645).
 
Felipe Morales Nieto. Se tienen pocas noticias de él. Su única obra documentada es el Cristo de la Sentencia de la Hermandad de la Macarena realizado en 1654.
 
Alonso Martínez. Trabajó en Sevilla y Cádiz en el segundo tercio del siglo XVII. Se conserva de su producción la Inmaculada Concepción de la Sacristía Mayor de la Catedral de Sevilla y una imagen de Jesús atado a la columna en la Iglesia de Santiago de Carmona.
 
Otros maestros del realismo.
 
Citaremos solamente sus nombres:
Alonso Álvarez de Albarrán.
Jacinto Pimentel.
Juan de Remesal.
Gaspar Ginés.
Martín de Andújar.
Luis Ortiz de Vargas.

domingo, 5 de septiembre de 2021

IMAGINERÍA ANDALUZA 3 de 4. INICIOS DE LA ESCUELA SEVILLANA Y CONSOLIDACIÓN.

Vamos a recuperar algunos post (entrada en un blog) que hemos escrito, en calidad de colaborador, en otros blogs relacionados con la Semana Santa con la intención de hacer una recopilación para que no se pierdan en el olvido.

El presente post se publicó el:

Domingo, 4 de marzo de 2012.

 


I.- INTRODUCCIÓN.

Como ya hemos comentado, la Escuela Sevillana aparece más o menos conformada en los años finales del siglo XVI coincidiendo con el estilo manierista.

Se ha considerado al escultor Juan Martínez Montañés el fundador de la escuela en los primeros años del siglo XVII, pero según los últimos estudios realizados, los trabajos de Isidoro de Villoldo y Juan Bautista Vázquez “El Viejo” deban tenerse en cuenta como básicos en la formación de la Escuela Sevillana.

La primera etapa de esta escuela, su génesis, se extiende a lo largo de la segunda mitad del siglo XVI, podemos distinguir dos momentos:  

El primer momento: el fundacional; donde se aprecian ciertas indecisiones  y otras opciones estilísticas  sobre las que terminarán imponiéndose las nuevas tendencias. 

Sus autores más representativos serían: Villoldo, Vázquez y Diego de Velasco.

El segundo momento: la definición de la escuela; donde podemos distinguir unas producciones sin vacilaciones y con decisión, afirmando rasgos individuales de la escuela.  

Sus autores más característicos son: Jerónimo Hernández, Marcos Cabrera, Juan de Oviedo y Gaspar Núñez Delgado.

La segunda etapa de consolidación y difusión de la escuela, se extiende desde finales del siglo XVI, más  o menos desde 1590, hasta 1620. 

Su autor esencial es Juan Martínez Montañés.

La incorporación del realismo merece un capítulo aparte como una de las notas esenciales de la plástica sevillana en plena evolución hacia concepciones barrocas. 

En esta ocasión es el escultor Juan de Mesa y Velasco (fallecido en 1627) quien tiene el papel más relevante

A esta época pertenecen también: Francisco de Ocampo, Felipe Ribas, Juan de Remesal, Pedro Nieto y José de Arce; artistas todos que prolongan su actividad durante el segundo tercio del siglo XVII, salvo Ocampo que falleció en 1639.

La siguiente etapa de la Escuela Sevillana es la del brillante barroco de Pedro Roldán y su taller que dura hasta la segunda mitad del siglo XVII y se extiende hasta 1709/1710, fecha en la que cierra su taller. 

Esta etapa se caracteriza por el dinamismo y belleza de sus imágenes que se unen a los caracteres del realismo practicado por los artistas de la primera generación o de transición al barroco. 

Los escultores de esta etapa son decididamente barrocos, no hay ninguna duda. 

Roldán con sus hijos y yernos, discípulos y seguidores, entre los que se encuentran Agustín Perea y Francisco Antonio Gijón son los que conforman este grupo de la escultura hispalense.

La etapa final de la escuela transcurre a lo largo del siglo XVIII en el que lentamente se va diluyendo a la vez que se pierden las altas calidades conseguidas en etapas anteriores.

Todavía en el primer tercio de la centuria, las tareas de Pedro Duque Cornejo (nieto de Pedro Roldán) mantendrán el prestigio y maestría reconocidos a los artistas anteriores; pero poco a poco fue decayendo la actividad artística por conceder excesiva importancia a los efectos secundarios como el uso de postizos con la consiguiente pérdida de profundidad en la expresión de las imágenes.

II.- LOS INICIOS DE LA ESCUELA SEVILLANA.

Hacia 1553 llega a la ciudad de Sevilla el escultor Isidoro de Villoldo, natural de Ávila y posiblemente el alumno más aventajado de Alonso Berruguete, el célebre maestro de la escultura manierista de España. 

Villoldo fue a Sevilla para trabajar en el retablo mayor de la Cartuja de las Cuevas. 

Sus obras son cortas en número, pero suponen una nueva forma de concebir la figura por su cálido naturalismo y belleza; muere en 1560 por lo que no llegó a montar un taller.

Juan Bautista Vázquez “El Viejo”, abulense, se encontraba en Sevilla en 1557. 

Este artista tuvo una fecunda actividad como autor de retablos, sepulcros, imaginería, escultura decorativa, monumental etcétera. 

A partir de 1570 puede considerarse jefe de la incipiente Escuela Sevillana.

De esta etapa fundacional de la escuela, subsiste una imagen procesional suya en Sevilla, la del Santísimo Cristo de Burgos, realizada en 1573; sin embargo, esta imagen fue radicalmente transformada en 1882 por el escultor José Ordóñez Rodríguez.

Otro de los escultores del comienzo es Diego de Velasco, natural de Toledo y activo en Ávila antes de afincarse en Sevilla hacia 1579. 

Su estilo clásico se combina con algunas afecciones manieristas, esto lo podemos percibir en la sala capitular de la catedral de Sevilla.

Jerónimo Hernández, parece ser que nació en Ávila hacia 1540, llegó a Sevilla con unos dieciséis años como discípulo de Juan Bautista Vázquez.

Este escultor tiene un puesto clave en la evolución de la escultura sevillana, su sentido del volumen y el aspecto de humana ternura que confiere a sus figuras son el inicio de unas formas que serán comunes en la Escuela Sevillana, de ahí que a Jerónimo Hernández haya que considerarlo como uno de los definidores de la escuela tanto por sus aciertos iconográficos, como por la belleza de sus realizaciones. 

Al parecer fueron discípulos suyos Gaspar Núñez Delgado y Marcos Cabrera pero fue su cuñado Andrés de Ocampo quien heredó parte de su taller y terminó las obras que dejó pendientes. 

Sus obras fueron muy variadas, realizó varias imágenes para Hermandades pero han llegado a nuestros días muy reformadas como es el caso del Misterio de la Oración en el Huerto, el Cristo está bastante alterado, pero conserva la robustez anatómica. 

Son obras suyas, entre otras, el Crucificado que compone la escena del Misterio de la Hermandad de las Siete Palabras, cedido a la cofradía por el Arzobispado en 1881, obra de hacia 1582 – 1585 y que perteneció a una hermandad desaparecida cuya sede canónica estaba en el templo de los mínimos de San Francisco de Paula. 

Se le atribuye a este imaginero la hechura de Jesús de las Penas de la Hermandad de La Estrella de Triana, fechable entre los años 1582 – 1585.

También parece suya la imagen de Nuestra Señora de la Paz, titular de la Hermandad Sacramental de Santa Cruz.

Marcos Cabrera, probablemente nació en Sevilla aunque tenga orígenes cordobeses, se le documenta entre los años 1575 – 1601. 

Una sola obra maestra ha bastado para consagrar a este autor: el Crucificado de la Expiración de la Hermandad de “El Museo” realizado en diciembre de 1575 en pasta de madera: el sudario actual es obra del siglo XIX (sobre 1880) del escultor Gutiérrez Cano; la representación de Cristo en la cruz pudiera estar inspirada en un dibujo de Michelangelo Buonarroti hecho para Vittoria Colonna hacia 1540 que se conserva en el Museo Británico. 

La valiente contorsión que se advierte en los escorzos (escorzo es reducir la longitud de los objetos según las reglas de las perspectivas. Escorzo es el término usado para referirnos a un cuerpo en posición oblicua o perpendicular a nuestro nivel visual.

El efecto de escorzo existe en todos los cuerpos con volumen.) de tórax, cabeza y manos, convierten a esta escultura en una de las más dramáticas del manierismo sevillano.

Juan de Oviedo, nació en Sevilla en 1565, es uno de los más destacados artistas del manierismo hispalense, entre sus trabajos de escultura figura el Crucificado del Mayor Dolor de la Hermandad del Dulce Nombre, la anatomía es fuerte y representa a Cristo muerto de manera ostensible por la forma que pende la cabeza sobre el costado derecho.

Andrés de Ocampo, nació en Úbeda (Jaén), realizó la hechura del Crucificado de la Fundación de la Hermandad de los Negritos realizado en 1622, esta imagen a pesar de lo tardía, es totalmente manierista.

Gaspar del Águila, escultor abulense nacido en 1538, autor de la Virgen de la Soledad de la Hermandad del Santo Entierro de Marchena.

Miguel Adán, procedente de Castilla, su actividad en Sevilla está documentada entre 1569 y 1610. El Cristo de la Veracruz es obra suya realizada en 1573 para Villanueva de los Castillejos (Huelva).

 

III.- CONSOLIDACIÓN Y DIFUSIÓN DE LA ESCUELA SEVILLANA.

Los años que median entre 1590 y 1620 representan la época de la consolidación y difusión de las formas caracterizan la escultura de la escuela sevillana, gracias a la actividad magistral de Juan Martínez Montañés.

Juan Martínez Montañés, nació en Alcalá la Real (Jaén) en 1568

En su producción artística se distinguen varias etapas que coinciden con evolución formal:

Primera. El periodo formativo (1588-1605).

Segunda. La etapa magistral (1605-1620).

Tercera. El decenio crítico (1620-1630).

Cuarta. El barroquismo o apoteosis final (1630-1649).

Los periodos fundamentales son los dos primeros, que son precisamente las fechas que proponemos de consolidación y difusión de las formas sustanciales de la Escuela Sevillana (1588-1620).

Su labor como imaginero es intensa, aquí citaremos solamente algunas de sus obras.

El Cristo de la Clemencia, hecho para la Cartuja de las Cuevas de 1603 a 1606, actualmente se conserva en la sacristía de los Cálices de la catedral de Sevilla. 

No es una imagen que haya pertenecido a una cofradía pero es el Crucificado del que necesariamente hay que partir para comprender mejor la evolución de este tema pasionario: la composición alargada del cuerpo esbeltísimo es de raigambre manierista, aun cuando la serenidad del rostro y tersura del cuerpo sin deformaciones ni magulladuras le confieran cierto aire de clásica belleza.

La composición trapezoidal por los cuatro clavos determina que la imagen luzca con reposo sereno, sin el dramatismo de la disposición triangular de los tres clavos. 

En la escultura de crucificados estableció un prototipo.

Jesús de la Pasión, realizado por Montañés antes de 1615, se supone que entre 1610 y 1615. 

Tiene expresión de sereno dramatismo, sugiere todo el drama de la Pasión, pero sin estridencias dando una impresión de dulzura que sobrecoge a los espectadores tanto en su capilla como sobre su paso procesional. 

Es una escultura magistral.

La Virgen de Monserrat, tallada hacia 1608 por Montañés y Juan de Mesa (por entonces miembro del taller de Montañés). 

De Mesa parece ser que son las manos y quizá de Montañés la finalización del rostro y ensamblaje de la cabeza.

En esta época dominada por Montañés, hay otros artistas que pertenecen al estilo manierista y que de una u otra forma se dejan influenciar por Montañés.

Estos artistas son:

Luis de la Peña, autor del Cristo yacente (1619-1620) y Jesús orante ambas imágenes en Morón de la Frontera.

Juan Gómez, clérigo, autor del Crucificado de la Veracruz imagen tallada con anterioridad a 1616 actualmente en La Campana y del Nazareno del Puerto de Santa María.

Blas Hernández Bello, sus obras se encuentran en América. En Andalucía se conserva una imagen de Jesús Nazareno de 1607 perteneciente a la cofradía de la Veracruz de Cortegana (Huelva).

Diego López Bueno, nacido hacia 1568 y fallecido en Sevilla en 1632. De 1602 es su Inmaculada Concepción de la Iglesia de Santiago en Sevilla y de hacia 1610 sus imágenes de la Virgen Dolorosa y San Juan Evangelista en San Juan del Puerto (Huelva).