Muchas veces me he preguntado, al contemplar un Misterio de nuestra Semana Santa Andaluza, de dónde habrá sacado la inspiración necesaria el autor de una imagen o de la composición de un Paso de Misterio.
De hecho, algunas imágenes, nos resultan familiares por su expresión, por su colocación en la composición del Paso o por su hechura.
Un ejemplo de esto que afirmo, lo podemos encontrar en el Paso de Misterio de la Pontificia y Real Hermandad del Santísimo Sacramento y Cofradía de Nazarenos de Nuestro Padre Jesús en su Soberano Poder ante Caifás, Nuestra Señora de la Salud y San Juan Evangelista de la Hermandad Sevillana de San Gonzalo, con sede canónica en la Parroquia de San Gonzalo, sita en C/ Nuestra Señora de la Salud, s/n, de Sevilla.
Nos referimos concretamente a las similitudes que hay entre la figura del saduceo José ben Caifás o Yosef Bar Kayafa, obra de Luis Ortega Bru (San Roque, Cádiz, 16 de septiembre de 1916-Sevilla, 21 de noviembre de 1982) tallada en 1976 y del “Moisés” de Michelangelo (Miguel Ángel) Buonarroti (Caprese, 6 de marzo de 1475-Roma, 18 de febrero de 1564), tallada entre 1513 y 1515. Esta escultura, realizada para la hornacina principal de la tumba del papa Julio II, se encuentra en la Basílica de San Pietro in Vincoli, también llamada San Pedro ad vincula, en Roma, Italia.
La misma descripción que hemos realizado del Caifás de Ortega Bru es aplicable al Moisés de Miguel Ángel.
La escultura de Moisés fue tallada entre los años 1513 y 1515, en la época del Cinquecento del Renacimiento italiano.
La obra representa el instante preciso en que Moisés lleno de profunda ira, contenida y airada, piensa en el castigo que desatará sobre un pueblo infiel y desagradecido. La relevancia impuesta en los detalles del cuerpo y en los pliegues de los ropajes provocan cierta tensión psíquica que se puede apreciar detallando la escultura: la prominencia de los músculos, la hinchazón de las venas, las grandes piernas pesadas y a punto de incorporarse nos hace temer lo que será tener frente a sí la fuerza de un titán.
La belleza plástica del Moisés, enmarcada en un clasicismo ejercitado a ultranza, trasciende lo canónico y lo formal a través de su mirada, este desequilibrio a favor de lo expresivo se plasma por medio del movimiento contenido que se hace visible al espectador a través de la tensión de la anatomía y que se libera en la vehemencia de su mirada.
A finales del siglo IV San Jerónimo de Estridón, padre y doctor de la Iglesia, hizo un monumental trabajo traduciendo la Biblia desde el griego y el hebreo al latín.
Cuando San Jerónimo tradujo el libro del Éxodo 34, 35 se encontró con una palabra compuesta por las letras KRN. (Es importante aclarar que en hebreo no se escriben las vocales) la cual se puede traducir como «keren» (radiante, luminoso, con rayos de luz) o «karan» (cuerno).
Actualmente la mayoría de las Biblias traducen aquel pasaje de la siguiente manera:
“Y los Hijos de Israel vieron entonces que rayos de Luz emanaban de la tez del rostro de Moisés”.
San Jerónimo, en cambio, optó por la siguiente traducción:
“Y los Hijos de Israel vieron entonces que cuernos emanaban de la tez del rostro de Moisés”.
Está claro que Miguel Ángel conocía la traducción de San Jerónimo y la palabra KRN traducida como «karan» (cuerno) es la responsable de que en su escultura, Moisés, tenga dos cuernos en su cabeza en vez de rayos de luz, como hubiera sido lo correcto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario