Así dice la letra
de “Serenata a la Mezquita” una de las composiciones de la lírica cordobesa dedicada
a la aljama cordobesa.
La Mezquita aljama
de Córdoba, aljama porque poseía un “minbar” (púlpito) desde el cual el “jabit”
(predicador) pronunciaba su sermón (“jutba”) en el que era imprescindible
nombrar al califa reinante; fue consagrada Catedral cristiana por el obispo de
Osma en el año 1236. A partir de entonces, con obstinada insistencia, los
obispos que le han sucedido en la silla de Osio, han tratado de transformar la
excepcional obra musulmana, sin igual en el mundo, para adaptarla a las
exigencias del culto cristiano y hacernos olvidar que es una Mezquita.
En el siglo XVI una
enérgica presión eclesiástica ejercida por el Cabildo Catedralicio logró
transgredir la fuerte oposición del Cabildo Municipal y de los cordobeses
quienes por mandato supremo de Carlos I, que falló a favor de la Iglesia ¡cómo
no!, tuvieron que someterse forzosamente en 1532 a la gran reforma, que habría
de entremeter, mutilando ampliamente la construcción de Abd al-Rahman II y
parte de la de Almanzor a la aljama cordobesa que a pesar de la composición de Ramón Medina, nunca quiso ser cristiana para ser por siempre mía. Se dice,
que al ver Carlos I la Catedral dentro de la Mezquita comentó al obispo fray Juan de Toledo “hacéis
lo que hay en otras muchas partes, y habéis deshecho lo que era único en el
mundo”.
En 1984 la mezquita
de Córdoba fue declarada Patrimonio de la Humanidad por su carácter de
monumento singular en el que la arquitectura árabe se manifiesta en todo su
esplendor. En 1994, a propuesta del gobierno español, la designación se amplió
al casco antiguo de la ciudad, que se incorporó a la Lista del Patrimonio
Mundial con el nombre de Centro Histórico de Córdoba.
A estas alturas del
artículo ya se habrán dado cuenta mis inteligentes lectores que vamos a hablar
de la penúltima intervención que el Cabildo Catedral y el Sr. Obispo pretenden llevar
a cabo en la Mezquita Aljama cordobesa para seguir, como desde 1236, adecuando
la Mezquita al culto católico; esta vez están utilizando a los Hermanos Mayores
de las Cofradías Penitenciales de Córdoba, que con gusto y sumisión, aceptan
todo lo que venga de Palacio (expresión sevillanísima que como otras está
siendo copiada en Córdoba) no en balde, es Palacio quien los designa a pesar de
los votos que hayan emitido los hermanos de cada cofradía, porque cuando no
interesa el resultado de una votación, se repite hasta que salga el que tiene
que salir o lo que tiene que salir.
Desde mi punto de
vista, así hay que ver la nueva intervención que se pretende realizar en la
Mezquita de Córdoba, es un pasito más en la larga historia de intrusiones
realizadas en este monumento, todas ellas, con el único objetivo de hacernos
creer que es una Catedral Católica en vez de una Mezquita musulmana.
En román paladino,
si nos ponen delante de la Catedral de Cádiz y nos preguntan qué clase de edificio
es, diríamos que se trata de una Catedral porque nada queda de la antigua
mezquita musulmana que fue convertida en iglesia bajo la advocación de Santa
Cruz y que en 1263 fue consagrada como catedral. Igual sucede si nos ponen
delante de la catedral de Granada, o de la catedral de Jaén, o de la catedral
de Sevilla, o las catedrales de Tarazona, Zaragoza, Oviedo, Palma de Mallorca,
Cuenca, Sigüenza, Toledo, Burgos, León, Palencia, Salamanca, Segovia,
Barcelona… Pero si atravesamos la puerta del Perdón, nos vamos de frente, traspasamos
el arco de las Bendiciones y entramos por la puerta de las Palmas y nos
preguntan dónde estamos diremos que en Córdoba, bajo los arcos de la Mezquita,
mansión que el arte diera a la fe…
Esta nueva
intervención que se pretende, consistiría en mutilar la celosía de la Puerta
del Pilar que, en los años 70 del siglo XX diseñó el arquitecto Rafael de la
Hoz Arderius, con el fin de que las Hermandades Penitenciales puedan entrar y
salir de la Mezquita y digo bien, porque en ningún momento podrán atravesar la
llamada Capilla Mayor, el crucero de la catedral adosada a lo largo de los 243
años que duró la obra; la razón es muy simple: estamos en una Mezquita y los
pasos no caben entre los arcos para llegar a la Capilla Mayor.
De las 37 Hermandades
que hay agrupadas, 30 han votado a favor de cambiar la actual carrera oficial y
dirigirla hacia la Mezquita; cuatro hermandades han votado en contra:
Resucitado, Entrada Triunfal, Caído y Ánimas y dos se han abstenido: Esparraguero
y Merced.
Tres pasos tienen,
debido a su anchura, dificultades para acceder a la Mezquita: el Remedio de
Ánimas, el Señor de la Humildad y Paciencia que no pueden pasar por la Puerta
de Santa Catalina y el paso del Esparraguero, el más ancho de la Semana Santa
cordobesa, que tampoco podría entrar en la Mezquita.
Curiosamente una hermandad
que sí puede entrar sin dificultad en la Mezquita y atravesar el crucero de la Catedral,
no ha obtenido la venia de las Hermandades agrupadas para poder realizar su
primera carrera oficial, nos referimos a la Hermandad del Santo Cristo de la
Universidad, Nuestra Señora de la Presentación y Santo Tomás de Aquino, uno de
los motivos: sus pasos no son adecuados… adecuados para qué si caben
perfectamente por las puertas de la Mezquita; los pasos no adecuados en este
nuevo recorrido oficial serían el de la Humildad y Paciencia, el del
Esparraguero y el del Remedio de Ánimas… o no.
Si le planteamos a
un europeo culto que vamos a mutilar una celosía, Patrimonio de la Humanidad,
para que, si el tiempo no lo impide como en los últimos años, durante 7 días de
los 365 días que tiene el año, puedan entrar y salir a determinadas horas,
algunos pasos de la Semana Santa de Córdoba… no nos entendería y no porque
fuese extranjero, sino porque no tiene lógica alguna.
¿Es realmente
necesario ir a la Mezquita para estar en presencia de Jesús de Nazaret? “Porque
donde están dos o tres reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos.”
(Mt 18,20)
Obra tras obra, intervención
tras intervención, la Iglesia Católica va marchitando a “la flor más lozana del
suelo andaluz”.
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