El pasado lunes, 19
de agosto de 2013 nos dejaba D. Rafael Muñoz Serrano capataz de capataces,
nacido en Córdoba el 8 de enero de 1931.
De Don Rafael
podemos decir muchas cosas… podemos decir que fue contragía con el capataz D.
José Gálvez Galocha del Paso de Misterio de la Hermandad de La Paz. Podemos
decir que desde 1965 hasta 1970 fue capataz del Paso de Misterio de Nuestro
Padre Jesús de la Humildad y Paciencia. Podemos decir que desde el año 1971 fue
capataz de la Paloma de Capuchinos. Podemos decir que desde 1974 fue capataz
del antiguo paso del Santo Entierro donde formó una cuadrilla de Hermanos
Costaleros en el año 1976 imprimiéndole su peculiar sello. Podemos decir que en
1975 fue el capataz de la primera cuadrilla de Hermanos Costaleros formada en
Córdoba, la del Santísimo Cristo de la Expiración que realizó su primera Estación
de Penitencia con Hermanos Costaleros el Martes Santo, 25 de marzo de 1975.
Podemos decir que fue capataz de La Gitana. Podemos decir que fue capataz del
Santísimo Cristo de la Buena Muerte. Podemos decir que desde 1987 fue capataz
de la Sagrada Cena de Jesús de Puente Genil. Podemos decir que fue el
responsable de la cuadrilla que se formó para los traslados de la Virgen de la
Fuensanta en las procesiones que tuvieron lugar con motivo de su coronación
canónica. Podemos decir que en total, entre Cristos, Vírgenes e imágenes de
Gloria, ha procesionado veinticuatro Pasos. Podemos decir que en 1996 fue
nombrado cofrade ejemplar.
Pero hoy no
queremos decir nada de eso, hoy vamos a recordar dos cosas solamente: los
buenos momentos que nos ha hecho pasar, a lo largo de los años, en los jardines
de Colón cada noche de Miércoles Santo cuando el ochavado Palio de La Paz daba
toda una lección de buen andar y D. Rafael, delante de su Paz, disfrutaba y nos
hacía disfrutar con cada chicotá. Y sobre todo recordamos aquel Miércoles Santo
cuando La Paz bajaba por Alfonso XIII y giró (el Córdoba se gira, no se revira)
hacia Capitulares. Antes de llegar al
compás de San Pablo, el paso de detuvo y puso sus cuatro zancos en el suelo.
Comenzó a llover y empezaron los comentarios: “la Paz se vuelve”, “la Paz se
vuelve”; todo el mundo estaba callado, nosotros nos cobijamos debajo de un
impermeable de esos de un solo uso, todos estábamos expectantes, cuando de
pronto oímos el llamador y una voz suave, sin gritos, sin parafernalia dijo con
firmeza: “Vámonos de frente” y vaya que se fue de frente el Palio al son de
“Campanilleros” mientras que D. Rafael, acercándose al respiradero, como era su
costumbre, animaba a su cuadrilla a que imprimiera ese ritmo y cadencia tan
propio de la Paz que hace al espectador mirar hacia Ella, la auténtica
protagonista de todo. Eso lo conseguía Don Rafael sin que apenas lo notara
nadie, era tal su conocimiento, que hacía fácil lo que no lo es y sin dar voces,
sin darse importancia; ese era el auténtico magisterio de este capataz de
capataces.
El que tantas veces
mandó levantar a su Paz al Cielo, está, a buen seguro, desde ahora y para
siempre con Ella.
No hay comentarios:
Publicar un comentario