Lo hemos leído en
el libro: “Breve Historia de la Semana Santa de Córdoba” del doctor en historia,
D. Juan Aranda Doncel, publicado por la editorial Sarriá en al año 2001; en un
artículo publicado en la Revista “Alto Guadalquivir, especial Semana Santa
cordobesa 2001” por el mismo autor titulado: “Cofradías Penitenciales y Semana
Santa en tierras cordobesas: cinco siglos de historia”; en la revista “Madrugá”
número 10 correspondiente al mes de octubre de 2009 editada por la hermandad de
Jesús Nazareno de Palma del Río (Córdoba) y en la revista: “Alto Guadalquivir,
especial Semana Santa cordobesa 2002” en un artículo publicado por D. Miguel
Salcedo Hierro titulado: “Por la señal de la Santa Cruz... Nazareno, Caído y
Calvario”.
La tercera cofradía
penitencial por orden cronológico de aparición es la cofradía de Jesús
Nazareno. Estas cofradías son las últimas en aparecer pero despertarán un
intenso fervor. Estas hermandades introducen aspectos originales y novedosos, su
penitencia es distinta a como la venían practicando las hermandades que la
precedieron: durante el recorrido procesional en la madrugada del Viernes Santo,
van descalzos, con pesadas cruces de madrera sobre los hombros a imitación de
Cristo camino del calvario.
Normalmente
procesionan tres imágenes: Jesús Nazareno (imagen titular), la Dolorosa y San
Juan. Los penitentes, llamados ahora nazarenos, visten túnicas moradas. Las
fiestas religiosas que celebran a lo largo del año varían en las distintas
localidades, las más comunes y extendidas serán: la Resurrección, la Invención
y la Exaltación de la Cruz y la del Dulce Nombre de Jesús.
La primera cofradía
nazarena fundada en tierras cordobesas se erige en la capital, sus reglas se
aprueban el 21 de marzo de 1579.
Las hermandades de Jesús Nazareno que se fundan en la diócesis de Córdoba son:
En 1586 se crea la de Cabra siendo aprobados sus estatutos en julio de 1587.
En abril de 1589 se funda la de Baena.
A finales de 1589 o en los primeros meses del año siguiente, en el convento de San Agustín, la de Montilla.
Entre abril de 1592 y los primeros meses de 1593, en el templo parroquial, la de Aguilar de la Frontera.
En abril de 1593 se instituye la corporación nazarena de Priego de Córdoba, sus reglas se aprueban en marzo de 1594.
Poco tiempo después del año 1594, se crea la de Montemayor que ya estaba constituida en 1596.
Hacia 1596 se erigen las de Bujalance y Puente Genil.
El 26 de septiembre de 1599 se aprueban las reglas de la hermandad del Nazareno de Lucena erigida canónicamente en el convento dominicano de San Pedro mártir.
Las hermandades de Jesús Nazareno que se fundan en la diócesis de Córdoba son:
En 1586 se crea la de Cabra siendo aprobados sus estatutos en julio de 1587.
En abril de 1589 se funda la de Baena.
A finales de 1589 o en los primeros meses del año siguiente, en el convento de San Agustín, la de Montilla.
Entre abril de 1592 y los primeros meses de 1593, en el templo parroquial, la de Aguilar de la Frontera.
En abril de 1593 se instituye la corporación nazarena de Priego de Córdoba, sus reglas se aprueban en marzo de 1594.
Poco tiempo después del año 1594, se crea la de Montemayor que ya estaba constituida en 1596.
Hacia 1596 se erigen las de Bujalance y Puente Genil.
El 26 de septiembre de 1599 se aprueban las reglas de la hermandad del Nazareno de Lucena erigida canónicamente en el convento dominicano de San Pedro mártir.
En el tránsito de
los siglos XVI al XVII se fundarán cofradías de Jesús Nazareno en: Castro del
Río, Fernán Núñez (1600), La Rambla (1603), Pozoblanco (1605-1606), Montoro y
Palma del Río.
La última etapa de
implantación de las cofradías de Jesús Nazareno en la diócesis de Córdoba
corresponde al periodo 1610-1640:
Entre 1612 y 1623 se fundan las de Cañete de las Torres e Hinojosa del Duque.
Con anterioridad a 1615 se erige la de Villafranca (ermita de Santa Ana).
En marzo de 1624 la de Rute.
En 1633 la de Espejo.
En 1639 la de Santaella.
Entre 1612 y 1623 se fundan las de Cañete de las Torres e Hinojosa del Duque.
Con anterioridad a 1615 se erige la de Villafranca (ermita de Santa Ana).
En marzo de 1624 la de Rute.
En 1633 la de Espejo.
En 1639 la de Santaella.
Las cofradías de
Jesús Nazareno alcanzaron una gran difusión en toda la diócesis de Córdoba, en
su mayoría se erigen en capillas dentro de los templos parroquiales, Iglesias
de establecimientos hospitalarios y en ermitas.
La de Palma del Río
se encuentra en el hospital de San Sebastián y ya existía en junio de 1610 a
tenor de un documento existente en el Archivo General del Obispado de Córdoba
por el que se piden cuentas a la hermandad por parte del visitador general del
Obispado de Córdoba ante el notario Marcos de Covarrubias.
Las Estaciones de
Penitencia de estas hermandades, al igual que sucediera con las de la Soledad
de Nuestra Señora, se embeben de la estética barroca. La hermandad de Córdoba,
en la madrugada del Viernes Santo, utiliza una trompeta de latón que abre la
procesión a partir del primer cuarto del siglo XVII.
Los trompeteros van
a formar parte de las procesiones nazarenas en las distintas localidades de la
diócesis cordobesa. Un interesante testimonio nos lo brinda el vicario de Palma
del Río en un informe remitido al obispado: “Otra procesión el Viernes Santo
como a las seis de la mañana, llamada de Jesús por la cofradía de este nombre,
que sale del Hospital de San Sebastián, en que sacan las imágenes del Señor con
la Cruz a cuestas, de María Santísima, de San Juan Evangelista, Santa María
Magdalena y la Verónica, en la que muchos de los hermanos con unas túnicas
obscuras, unas caperuzas en la cabeza muy largas del mismo color y ceñidos con
un cordón, y algunos tocando trompetas desordenadamente”. En estas trompetas
está el origen de las actuales “bocinas” que según el protocolo de cada cofradía,
se colocan al principio de la procesión o delante de los pasos.
Va a ser habitual
la presencia de soldados romanos que desfilan junto a los pasos, las capillas
musicales que entonan el Miserere al Nazareno y el Stabat Mater a la Dolorosa.
A finales de la
década de los veinte del siglo XVII comienzan a incorporarse más imágenes al
cortejo procesional, así aparecen San Juan, la Magdalena y la Verónica. Este
fenómeno esta constatado en: Córdoba, Montilla, Cañete de las Torres, Montalbán,
Villafranca, Santaella, Aguilar de la Frontera, La Rambla, Palma del Río,
Posadas y Fernán Núñez.
Muchas cofradías
van a renovar sus imágenes primitivas sustituyéndolas por otras de estética
barroca, como ejemplo podemos citar a la hermandad de La Rambla que encarga en
abril de 1621 la talla de Jesús Nazareno al imaginero cordobés Juan de Mesa y
Velasco y la de Baena a Miguel de Perea.
Los pasos comienzan
a ser cincelados en plata, también van a ser de plata las potencias, coronas de
espinas y diademas de las imágenes, así como las varas que lucen los hermanos
mayores. Ricas telas de seda van a ser utilizadas en las túnicas de los
titulares, con bordados en oro y ceñidas con cordones dorados, los mantos de
las Dolorosas se van a cuajar de estrellas de plata. Pero sin duda la
suntuosidad barroca la vamos a encontrar en las lujosas cruces de plata que
portan los Nazarenos y en la manifestación más genuina del auge de la etapa
barroca como son los sermones y representaciones de la Pasión que tienen por
escenario la plaza pública o un lugar céntrico. En la mañana del Viernes Santo,
antes de salir la procesión o a mitad del recorrido, un predicador va
describiendo la Pasión y hace intervenir a los pasos mediante una serie de
movimientos. La imagen de la Dolorosa se acerca a la de Jesús Nazareno,
simbolizando en encuentro de la Madre con el Hijo.
Estos sermones
llamados “del Paso” logran un fuerte arraigo en la mayoría de poblaciones de la
diócesis de Córdoba: Montoro, Castro del Río, Baena, Puente Genil, Aguilar de
la Frontera, la Rambla, Montemayor, Priego de Córdoba, Rute, Cabra, Iznájar,
Luque, Doña Mencía, Pozoblanco y Palma del Río.
Pero estas formas
populares de representar la Pasión no van a durar. El edicto episcopal de
Miguel Vicente Cebrián fechado en febrero de 1744 afectará de lleno a las
cofradías de Jesús Nazareno ya que prohíbe las representaciones de la Pasión,
las figuras bíblicas y los judíos. También el horario tradicional de la
Estación de Penitencia quedará modificado al ordenarse que las procesiones
deberán salir y recogerse con luz de día.
Estos
planteamientos de signo ilustrado, pervivirán a lo largo de la segunda mitad
del siglo XVIII. Una prueba de esta afirmación la encontramos en Iznájar cuando
el obispo Martín de Barcia visita la localidad en 1765 donde manda que “las
túnicas que sirven a las Sivilas, los vestidos de judíos y demás que sirven la
Semana Santa se recojan inmediatamente por el vicario”.
En las primeras
décadas del siglo XIX el obispo de Córdoba Pedro Antonio Alcántara de Trevilla,
que ocupó la silla de Osio desde 1806 a 1832, mandó en noviembre de 1808,
suprimir los sermones de: Castro del Río (sermón de Pasión), Fernán Núñez
(sermón del Encuentro) e igualmente ordenó en 1809, en su visita a Palma del
Río, suprimir el sermón “del Paso” que realizaba la hermandad de Jesús Nazareno
en los llanos del Convento de San Francisco: “Hay una cofradía que sale a las
cinco de la mañana del Viernes Santo llamada de Jesús Nazareno, y sacan a las
imágenes del Señor con la cruz a cuestas, a María de la Piedad, San Juan
Evangelista, María Magdalena y la Verónica, en la que van muchos hermanos con
túnicas obscuras, unas caperuzas en la cabeza muy largas y algunos tocando
trompetas. Sabemos que la procesión correspondiente, se hace con devoción,
silencio y decoro; pero también sabemos que se detienen en el llano de San
Francisco para oír un sermón de Pasión en que el predicador valiéndose de
cláusulas imperiosas y citaciones a las Santas Imágenes, parece que las precisa
a que hagan las inclinaciones que va anunciando; en lo que ciertamente
encontramos ridiculeces, gesticulaciones, mímicas, y que el predicador se mete
a operante de pruchinela o titiritero espiritual, debiendo limitarse a la
relación historial grave y sencilla de la Pasión, acompañándola con las
reflexiones santas que sobre ella deben hacerse”.
Todo esto
culminaría cuando el Real y Supremo Consejo de Castilla encarga el 26 de marzo
de 1819 al obispo Trevilla, la organización permanente de todas las procesiones
de Semana Santa conforme a la reglamentación que redactó y aprobó para las de
la Villa y Corte (Madrid) en el año 1805, como consecuencia de este mandato, el
obispo Trevilla, promulgó unas disposiciones desde la visita pastoral girada a
Pozoblanco, el 18 de octubre de 1820. Este reglamento constaba de 20 artículos
y en la práctica suponía la supresión de la Semana Santa en la diócesis de
Córdoba gracias a la nefasta actuación de este prelado al promulgar y exigir su
cumplimiento. Este reglamento puede ser considerado como la mayor tentativa de
suprimir la Semana Santa en Córdoba y su diócesis de la historia, y provenía
del mismísimo obispado no de ningún complot judeo-masónico-marxista.
Las severas medidas
adoptadas provocan una furibunda
reacción en contra, sobre todo en las localidades de: Castro del Río,
Montemayor y Cabra. En Córdoba capital desaparecen las procesiones de Semana
Santa desde 1820 hasta que en 1849 el Ayuntamiento de Córdoba, organiza la
procesión oficial del Santo Entierro en la tarde del Viernes Santo que se
orienta hacia unos cauces artificiales ignorando totalmente la rica tradición
anterior.
La mayoría de las
localidades cordobesas institucionalizan la procesión oficial del Santo
Entierro. Solamente en un reducido número de poblaciones se incumple el reglamento
de 1820: en Montoro las cofradías siguen sacando a la calle sus pasos ignorando
la disposición del obispo. Como consecuencia de ello, el movimiento cofrade
llevará una vida lánguida y carente del respaldo popular de antaño. Habrá que
esperar al reinado de Isabel II para que se produzca una revitalización de las
cofradías penitenciales.
A pesar de los
altibajos que protagonizan en los siglos XIX y XX, las cofradías de Jesús
Nazareno mantienen actualmente el fuerte arraigo popular que tuvieron antaño.
Heredera de la
antigua Hermandad de Jesús Nazareno de Palma del Río, es la actual intitulada:
“Muy Ilustre Hermandad de Nuestro Padre Jesús Nazareno, María Santísima de la
Piedad y San Juan Evangelista” (así consta en la Orden Ministerial por la que
se acuerda realizar una inscripción en el Registro de Entidades Religiosas con
número de registro de salida 27/11/2003); que se reorganizó, se refundó o
simplemente se creó nueva el 10 de agosto de 1940 por un grupo de
excombatientes de la Guerra Civil Española de 1936-1939.
La pervivencia de
las tradiciones barrocas es un fenómeno que da una indudable originalidad a las
celebraciones pasionistas de la diócesis cordobesa, sobre todo en: Baena y
Puente Genil pero… en el conjunto de la Semana Santa cordobesa, al igual que en
la mayoría de las ciudades andaluzas, resulta innegable la creciente influencia
del molde sevillano durante las últimas décadas, frente al escaso desarrollo y
permanencia de lo autóctono.
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